jueves, 17 de mayo de 2012

HECHIZADOS


Ha pasado algún tiempo desde mi encuentro furtivo con aquel chico en una cafetería. Siempre lo tengo presente en mi cabeza y a veces me recreo con los detalles. En el fondo deseo volver a verle, al menos encontrármelo aunque él no me vea o no me reconozca, que por otro lado será lo más posible.

Pero hace unos días, salí con un grupo de amigas a celebrar un cumpleaños y nos fuímos a tomar algo después de cenar a un pub que estaba repleto de gente, casi no nos podíamos mover. Yo estoy a lo mío, bailando y disfrutando como hace mucho que no lo hacía, necesitaba salir y desconectar de todo.

Me apoyo en la barra para otear el horizonte, para ver qué tipo de gente anda por allí. De repente veo una cara conocida. No sé de qué me suena, ¿Quién es?, ¿de qué lo conozco?

Intento acercarme a él para verlo mejor, paso entre la gente sin quitarle ojo y cuando estoy a unos metros el corazón se me para, se me acelera la respiración y casi no puedo mantenerme en pie. ¡Es él, no me lo puedo creer!

Es aquel hombre misterioso de la cafetería, me quedo mirando para él como una tonta. Entonces se da cuenta de mi presencia y me mira. Creo que se quedó tan flaseado como yo. Nos miramos y sonreímos.

Me giro y me marcho, no me atrevo a acercarme.

Pero mientras le doy vueltas a la cabeza pensando en vover a él antes de que desparezca de nuevo, veo que viene hacia mí. Me coge la mano y me dice hola. Levanto la mirada algo avergonzada y me encuentro con sus ojos marrones, tan expresivos como los recordaba.

¿Tomamos algo?, sin decir una palabra me levanto de la silla y le sigo, me lleva de la mano entre la gente y yo solo soy capaz de mirarle.

-No podemos seguir viéndonos así- bromeo y él se ríe. –Tienes razón-
-Vamos a empezar de cero, ¿te parece? Hola me llamo Eva, ¿y tú?
-Yo soy David, y estoy encantado de volver a verte, he pensado mucho en ti, en la última vez que nos encontramos.
-Yo también.
Tenemos una pequeña conversación, pero mientras hablamos nos miramos a los ojos y nos cogemos las manos. No sé si se da cuenta pero mientras me acaricia las manos medio a escondidas, me estremezco. Solo el sentir su contacto, el tenerle cerca y el poder olerle de nuevo ya me excita. La escena de la cafetería vuelve a mi cabeza una y otra vez. Y de repente lo único que me sale de la boca es: –Vámonos de aquí-

Salimos del pub, ni siquiera me despido de mis amigas, no me acuerdo de ellas para nada. Cuando llegamos a la esquina se para, me mira, y me besa. Por supuesto no me resisto, era algo que estaba deseando hacer desde que le vi. Nuestras bocas se juntaron con tanta pasión que nuestros cuerpos temblaban, podía notar lo excitado que estaba.

Disfrutamos de ese beso durante un largo rato, nos abrazamos y recorro su espalda con mis manos. Parece un sueño.

Seguimos caminando, despacio, la noche es clara y llena de estrellas así que decidimos acercarnos a la playa.

Hablamos y hablamos de montones de cosas, me pregunta sobre mí, sobre mi vida. Le cuento que es complicada, y que no debería estar haciendo esto.

Pero es superior a mí, le digo: –No sé qué me pasa contigo, pero no me puedo resistir, ni siquiera me planteo si esto está bien o mal, solo reacciono, y te aseguro que no lo que suelo hacer-.

Nos sentamos en la arena, en la orilla y nos acariciamos, mirándonos a los ojos, no podemos quitar la vista el uno del otro, es como si estuviéramos hechizados.

Le cojo la cara suavemente y le beso, como si tuviera miedo de que desaparezca. Me mira y me sonríe, me dice que nunca había encontrado a alguien como yo.

Mi cuerpo hierve de pasión y de deseo, le acaricio el pecho  y le beso el cuello. Dios mío, huele tan bien…, no me puedo resistir y le tumbo en la arena. Recorro con mis manos todo su cuerpo, poco a poco, memorizando todos sus músculos, le miro y sé que me desea. Me siento la mujer más sexy del mundo.

Le desabrocho la camisa y recorro con mi lengua su pecho, despacio, recreándome en sus pezones, siento cómo se estremece. Mientras, él me acaricia todo el cuerpo, recorre mi espalda y siento sus manos calientes y fuertes en mis muslos.

Me gusta su sabor, es dulce y amargo, sigo besándole, pero necesito notar sus labios, así que vuelvo a su boca carnosa y suave y noto su lengua dentro de mí, fuerte,  no puedo dejar de besarle. 

Bajo mis manos por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, y me encuentro con su miembro, tan excitado, tan erecto. Aquello me pone a cien, creo que no voy a resistirlo.

De repente me paro, ¿Qué pasa conmigo?, David se me queda mirando, no entiende nada.

-Perdóname, no puedo seguir, me gustaría que nos viéramos otro día. Espero que no te moleste, pero mis amigas están ahí al lado, y si me vieran imagínate lo que pasaría.

Sonríe, yo suspiro con alivio, me abraza y me dice que no importa. Nos damos los números de móvil, y quedamos que en cuanto cualquiera de los dos lo necesite, nos llamamos.

Me despido con un gran beso diciéndome a mí misma que soy idiota. Él se queda sentado en la playa, pensando. Espero que me llame, con toda mi alma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario