La
verdad es que casi no recuerdo como llegué a casa, me temblaban las piernas, no
podía pensar con claridad. ¿Qué he hecho?.¿Que me está pasando?. Eran las
únicas palabras que rondaban por mi cabeza.
Me considero una mujer con los pies en la tierra,
nunca había hecho algo así. Ni siquiera había dejado que nadie me tocase, nI en
público ni en privado. Solo mi marido.
Pero hoy…al
sentirle tan cerca, al poder sentir sus manos sobre mi piel. Su olor, su ternura
al tocarme, al mirarme….
Algo se movió
dentro de mí, algo hizo que me quitara la máscara y que me mostrara tal como
soy, solo podía pensar en ser suya, en que me hiciera suya.
Aún podía olerle, aún tenÍa marcadas sobre mi
piel sus manos y aún le podía sentir dentro.
Tenía todavía sus marcas en mi ropa, su olor en mi piel y su sabor en mi boca. Siento deseos de repetir, de salir ahora mismo y buscarle, a lo mejor sigue por la zona. Pero no, mejor no.
Tenía todavía sus marcas en mi ropa, su olor en mi piel y su sabor en mi boca. Siento deseos de repetir, de salir ahora mismo y buscarle, a lo mejor sigue por la zona. Pero no, mejor no.
Me tocaba los labios y recordaba sus besos, me quité el vestido y lo miré, creo que no podré deshacerme de él nunca y que siempre que lo utilice recordaré lo ocurrido.
Tengo una extraña
sensación, una mezcla de sentimientos. Por un lado me siento culpable, pienso
“no debería haberlo hecho, ¿y si alguien nos vio?, ¿y si se entera mi marido?”,
fruto de mi acusado sentido de responsabilidad que normalmente no me deja hacer
lo que deseo realmente.
Pero me siento tan bien, tan plena, tan mujer, es como
si hubiera tenido una experiencia fuera de mi cuerpo, como si hubiera visto una
película.
Pero
no, era yo, la que estaba tirándose a un hombre en el baño de una cafetería,
realmente era yo, por una vez, era yo la que incumplía las normas.
Me gustaría
volver a verle, quiero verle de nuevo.
Quiero saber su nombre, cómo es cómo habla, a qué se dedica, quiero saber todo
de él.
Me doy una ducha
mientras disfruto de mis pensamientos. Pero entonces decido olvidarlo, pasar
página. “Seguramente no nos volveremos a encontrar” pienso con tristeza.
Sigo con mi
rutina, la casa, los niños, la comida, el trabajo, pero durante días solamente él estaba en mi cabeza. No era capaz de pensar en nada más. Le buscaba en cada
rincón, pasaba cuando podía por el cajero, por la cafetería. Me metía en el
baño y recordaba aquel polvo.
Pero pasaron los días, y poco a poco aquel recuerdo se fue difuminando.
De vez en cuando pienso “Me gustaría verle”. Y a veces en la soledad de la noche, siento un deseo irreflenable de besar esos labios de nuevo. Creo que me voy a volver loca.
Lo dejo pasar, y sigo con mi vida. En la radio suena “Nuestro amor será leyenda” y una lágrima resbala por mi mejilla.
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