jueves, 6 de septiembre de 2012

JUEGOS ERÓTICOS


Toda la semana me la pasé nerviosa, pensando en lo le iba a hacer a David el sábado, la indiferencia de mi marido me llenaba de rabia y quería desquitarme a toda costa.

Nada más despertarme mi pensamiento fue él, y me preparé solamente para él, no pensaba en nada más. Me puse el conjunto que había comprado en la tienda de lencería, y me sentía tan sexy que solamente pensar en que las manos de David iban a tocarme en pocas horas, me excitaba.


Cuando se acercaba la hora me eché mi mejor perfume, de un olor suave, a rosas, pero penetrante, lo justo. Mi falda negra con una gran raja a un lado, las medias de liga y los tacones. Pocas veces me vestía así, pero la ocasión se lo merecía.

Salí con tiempo de sobra, y decidí hacer una parada para darle una sorpresa, seguro que no se lo espera.

Cuando llegué a su casa llamé al timbre, mi corazón ya se estaba poniendo a cien, no lo podía evitar, aún me ponía nerviosa. Abrió, y ante mí de nuevo tenía ese cuerpo, "Madre mía", pense, "Dios, como está".

-Hola cielo
-Hola preciosa, estaba esperándote, llegas un poco pronto.
-Ya veo que no te ha dado tiempo de vestirte.
-Estaba dándome una ducha .
-Bueno total, tampoco te iba a durar demasiado tiempo la ropa puesta ¿no?

Le di un pequeño empujón y lo metí dentro cerrando la puerta detras de mí. Me encantaba jugar con él a ser mala y agresiva, porque en la realidad no lo era.

Caminaba delante  mientras el reculaba, hasta que chocó con el repaldo del sofá, me miraba con ojos hambrientos y una sonrisa de oreja a oreja, esperando a ver qué le iba a hacer. Entonces saqué algo de mi bolso.


-¿Te apetece?
-¿Y eso? no sabía que te gustasen esas cosas.
-Bueno nunca lo he probado, pero hoy me apetecía.

Había comprado una esposas en un sexshop, siempre me habían llamado la atención y nunca lo había hecho.

-Por favor, deme las manos.
-Si señora, ¿estoy detenido?
-Bueno, ya veremos como se porta....

Le puse las esposas en las muñecas por delante del cuerpo, le cogí de ellas y me lo llevé a la habitación como si fuese un reo, detras de mí, oía sus pasos y su respiración.


Le senté en la cama, -pobrecito- puse mi pie en su hombro y le di un pequeño empujón para que se echara.

Me puse a cuatro patas encima de él, mi pelo le rozaba el pecho, me movía muy despacio, intentaba tocarme con las manos atadas.

-No, mantenga las manos en alto- y le elevé los brazos por encima de la cabeza- No se mueva y tenga las manos quietas.

Durante un segundo me quedé mirándole seria, con mi pelo cayendo sobre su cara, y de repente nos entró a los dos la risa.

-Shhhh, dejame hacer anda.

Dio un gran suspiro y cerró los ojos, estaba completamente entregado a mí y no creo que estuviera acostumbrado a dejarse llevar.

Recorrí su cuerpo sin tocarle, sólo con el roce de mi pelo, como si le estuviera oliendo, para que notase mi calor y aumentara el deseo.


Comencé a acariciarle con la punta de los dedos, muy despacio y descubrí que tenía cosquillas, le arrañaba el pecho despacito con mis uñas, sin hacerle daño, solo para que las notara.
Me senté a horcajadas encima de él, y pude notar que estaba bastante excitado.

-Mmmmmm, me encanta como hueles, recién duchadito,mmmm.
-Déjame que te quite esto- Dijo intentando quitarme la camisa.
-¡No!Las manos en su sitio.
-Vale.

Yo seguía sonriendo mientras le miraba,  Entonces empecé a desabrocharme la camisa, poco a poco, botón a botón, hasta que se pudo ver mi sujetador, me la quité.

Despúes desabroché la falda, él me miraba devorándome con los ojos, sé que se moría de ganas por tocarme, me la quité, y supongo que le gustó mi conjunto  por que no pudo evitar soltar un  ¡Guau!. 

Eso me excitó tanto, me sentía tan bien, tan mujer, que de repente no pude evitar pensar en mi marido, sentía pena, por que le seguía queriendo.

-¿Estas bien? De repente te has quedado tan seria.
-Lo siento cielo, solo son fantasmas, fantasmas y nada más, ahora estoy aquí y soy toda tuya.

Me acerqué a su boca y le besé, nuestos labios se pegaron como si nunca se hubieran separado, mi lengua recorría su boca, no quería dejar ningún rincón sin descubrir, seguí besándole por el cuello y lamiéndole el pecho, esos pezones que me volvían loca y que estaban tiesitos, me encantaba chuparlos, y él se volvía loco cuando lo hacía.

Seguí bajando, por la barriga, el ombligo, y entonces me encontré con...la toalla, me había olvidado que la tenía puesta. Ningún problema, se la quité y allí estaba de nuevo su polla tan expléndida como siempre. La acaricié, como si se me fuera a escapar, estaba muy ansiosa pero no quería que se me notara, así que le acaricié un poco y seguí bajando por sus piernas, hasta los pies.

Me puse de rodillas en el suelo y le besé los pies, metía mi lengua por entre sus dedos y cada vez que le daba un pequeño mordisquito en las yemas, notaba como pegaba un pequeño brinco.Le notaba retorcerse a cada movimiento.


Volví a subir de nuevo, y esta vez no pude evitar pararme en su polla, era magnífica, y empecé a chuparla poco a poco, pasándole  la lengua de arriba a abajo para mojarla bien, mientras la masajeaba con mis manos para que el placer fuera mayor.

Con la punta de mi lengua le rocé el glande, su punta, y sentí un quejido, mmmm qué rico, me encantaba su sabor, me encantaba chuparla y chuparla como si fuera un caramelo.

Por momentos me la metía entera en la boca y podía sentirla en el fondo del paladar, pero no aguantaba mucho, por que me ahogaba, así que la sacaba de nuevo y volvía a empezar, estaba muy excitada, pero él más e intentaba bajar las manos para tocarme, pero cada vez que lo hacía yo se las volvía a levantar.

Le miré por entre mi pelo, y vi cómo me miraba, con los ojos desorbitados, pidiéndome más.

Aguanté un rato, parando de vez en cuando para que no se corriera por que me estaba gustando chupársela despacio, y cada vez que lo hacía, soltaba un pequeño quejido, pero en un momento ya no pude más, hice que terminara succionándosela, por la punta, y con mis manos, y se corrió, no pude evitar que me entrara en la boca, estaba tan excitada que ni me enteré, pero no lo tragué.


Me quedé encima rozándome con él, porque seguía muy excitada, mis caderas no paraban de moverse, de rozarse con su pierna.

-Quítame las esposas, ahora te toca a ti..
-Mmmm vale....