lunes, 19 de noviembre de 2012

SUEÑOS HÚMEDOS

 
Llegué a casa tarde, agotada y harta de trabajar, solamente podía pensar en meterme en la cama para que el día terminara por fin. 


Antes de quedarme dormida mi último pensamiento fue para David, ¿que estaría haciendo durante toda la semana? ¿a cuantas se habría tirado? No quería pensar en él, pero mi mente volaba sola por el espacio entre el sueño y la realidad y poco a poco, con miles de pensamientos asaltando mi mente, sin darme cuenta me quedé dormida.

Mi sueño era agitado y sudoroso, como si no encontrara mi sitio. Entonces entré en una habitación completamente blanca. En ella había una gran cama de sábanas blancas y unos grandes almohadones que la hacían parecer muy acogedora. De repente comencé a sentirme  muy cansada, solo quería echarme en aquella cama y dormir.

Continuaba el sueño como si fuera David, sintiendo como si fuera él. Entré en la habitación, la luz me deslumbró, cuando pude ver ante mis ojos tenia aquella gran cama y en ella una preciosa mujer con un sexy camisón de encaje negro.

Dormida, completamente a mi merced. Durante unos segundos me dediqué a observarla, era casi perfecta, piernas largas y esculpidas, un culo casi perfecto y un aire de sensualidad casi irresistible. Sabía que la conocía pero no de qué ni cómo había llegado allí.

Me acerqué un poco a la cama, despacio para no despertarla, entonces pude ver sus labios entreabiertos y húmedos, casi pidiéndome que la besara.

Acerqué las puntas de mis dedos y le rocé suavemente los labios, al hacerlo abrió más la boca como si supiera que yo estaba allí.
Me senté al borde de la cama, no podía dejar de mirarla, su piel relucía con los tenues rayos de luz que pasaban a través de las cortinas. Cogí la sabana y despacio se la quité, dejando al descubierto todo su cuerpo, metido en el precioso camisón de encaje negro.

De nuevo me sentí yo misma, podía sentir los suaves dedos de David recorriendo mi cuerpo y observando cada milímetro de mi piel. No me podía mover, mi mente gritaba, - ¡bésame, no puedo más!- pero no me oía. Cada vez que su piel hacía contacto con la mía, era como si me recorriera el cuerpo una descarga eléctrica que llegaba a lo más profundo de mí. Pero no me podía mover.

Se acercó, dejando su boca a milímetros de la mía, y yo gritando por dentro, no me oí, qué desesperación. Notaba su aliento, agitado y excitado.  Se retiró, creí que se había marchado, pero no, noté sus manos por debajo de mi camisón, abarcando con sus dedos mi pecho, suavemente, acariciándome los pezones.


Yo estaba hirviendo y no se daba cuenta. Sus manos viajaban por mi cuerpo inerte, pero ardiendo por dentro. Me acarició las piernas con las puntas de los dedos arañandome suavemente, cuando llegó a mi entrepierna se paró. 

Con dos dedos levantó la parte del camisón que cubría mi cadera y comenzó a besarme la barriga, el ombligo y siguió bajando, despacio. Yo me revolvía dentro de mi, como si estuviera atada de pies y manos a la cama, solo quería sentirle dentro de mí de nuevo, y tocarle, pero no podía.

Entonces por un segundo me vi a los pies de la cama, observndo cómo David estaba acariciando a otra que no era yo, era preciosa, pero no era yo.

De repente abrí los ojos, todo era oscuridad, él no estaba allí, y yo estaba más excitada que nunca. Una terrible sensación de tristeza se apoderó de mí. Pero entonces recordé que solamente me faltaba un dia para tenerlo de verdad, en carne y hueso. Intenté dormirme de nuevo, más tranquila sabiendo que dentro de pocas horas le tendría de nuevo entre mis brazos, por unas horas solo para mí.
 


domingo, 11 de noviembre de 2012

EL CULO DE LAURA (1ª parte)



Después de la ajetreada tarde que había tenido con Eva mi intención era no salir, estaba bastante agotado y con la cabeza dándome vueltas. No dejaba de pensar en las cosas que había hecho con ella a lo largo de las pocas semanas que habían tenido lugar nuestros encuentros. Me tenía por un experto en eso de probar cosas nuevas, pero en general las chicas con las que me había acostado no estaban muy dispuestas a hacerlo. Quizás con Silvia…pero no como con Eva.


Estar con ella me satisfacía mucho, pero por otra parte me daba cuenta de que me estaba sorbiendo el seso como ninguna otra. El caso es que desde entonces mis relaciones sexuales con otras mujeres habían disminuido de una manera alarmante, acostumbrado como estaba a ir de flor en flor. No sabía cómo iba a continuar mi relación con Eva, no quería que aquello se convirtiese en algo rutinario. Sin embargo ella hacía que cada sesión de sexo fuera distinta y excitante.

Dejé de comerme el coco  y  decidí salir de copas, aunque estaba bastante cansado y con la polla dolorida de tanto ajetreo.

Cuando llegué a uno de los disco-bares que frecuentaba vi que estaba muy animado, más que otras veces. Había mucho chaval y chavala joven, algún viaje de  instituto, seguro. Me acerqué a la barra y me puse al lado de dos chicas que estaban pidiendo.

 

Tenían un  buen culo. Me hizo gracia pues llevaban dos condones amarrados a los tangas. ¡Qué juventud, pensé! Noté que una de ellas me miraba fijamente y se dirigía a mí.

-Eyyy! David.

Miré hacia ella y vi que la que me hablaba no era otra que Laura, la hermana pequeña de Silvia.

-Hola Laura. ¿Pero...qué haces aquí, pensé que estábais en Madrid?

Sus padres tenían un piso de verano al lado de la playa, en donde conocí a Silvia. Hacía tres años de aquello. Por entonces Laura tendría unos quince o dieciseis años. Si no me equivoco ahora debía andar por lo dieciocho. Me contó que se había escapado el fin de semana con una amiga de estudios, que por cierto era francesa.Se llamaba Nadine.

-¿Así que ya te dejan andar solita por ahí?
-Eh, que ya soy mayorcita.

Su amiga Nadine nos miraba sonriendo. Era bonita, pero no como Laura que siempre me había parecido un bomboncito.


Cuando nos acompañaba a Silvia y a mí a la playa yo me fijaba en sus espléndidas nalgas, impropias de una chica de su edad. Siempre le gustó llevar tangas o pantaloncitos supercortos, de esos que marcan todo el coñito y realzan el culo. Además era muy coqueta y estaba continuamente jugando conmigo, provocándome. En cuanto Silvia se daba la vuelta la tenía encima de mí. Aunque me atraía mucho me incomodaba su desvergonzada naturalidad. Pienso que aún no era consciente de la carga erótica que tenía su forma de ser. Una auténtica lolita.


Sin embargo ella sabía que me atraían su tono meloso y sus ademanes inocentes. Pero nunca me atreví a hacer algo con ella. Tampoco es que ella fuera muy lanzada y fuese por ahí tirándose a todo lo que se le acercara, que bien podría. Simplemente le gustaba jugar con los hombres, con sus vestuarios provocativos y su insinuante forma de hablar y moverse, mezcla de inocencia y picardía.


-¿Qué vas a hacer esta noche? le pregunté, más que por compromiso que por otra cosa.
-Ya ves, intentar divertirme.
-No lo dices muy convencida.
-Mi amiga francesa es una sosa, no hay manera que pille la marcha a estas horas. Para encima bebe y se pone tonta.

No podía dejar de mirar el rostro de  Laura. Seguía teniendo esa expresión ingenua que tanto me había hecho de rabiar cuando aún era una chiquilla. Una vez le hice una sesión de fotos, es muy fotogénica, pero bastante cortada. Nunca conseguí que posara para mí en posturas y ropa sexy, decía que yo la cortaba.

Sin embargo cuando iba a buscar a Silvia a su casa no tenía ningún problema en pasearse delante de mí en bragas o tanga. Me encantaba verla corretear en camiseta, descalza o con  calcetines y por supuesto con sus sexys braguitas.

A veces, al pasar delante de su habitación la veía recostada o durmiendo en su cama. En un ocasión entré y la destapé con mucho cuidado para que no se despertara. Después poco a poco le fui bajando las bragas, hasta que pude contemplar en todo su esplendor aquel sexy y deseable culo. Ummm, quién lo pillara, pensaba para mí. Pero era fruta prohibida.Además de ser menor era la hermana de Silvia. Así que me conformaba con mirar, pero me salía del cuarto con un buen calentón.



Esa mezcla de niña-mujer hacía que no se cortara para nada. Por lo menos conmigo, pese a las riñas de sus padres o hermana. Por ejemplo tenía una costumbre que a mí me ponía: cuando entraba al baño nunca cerraba la puerta, así muchas veces la pillaba meando, con las braguitas bajadas. Ella me miraba y se reía, seguía como si nada.



Una tarde estaba sentado en el sofá, esperando a que Silvia acabase de ducharse para salir. Laura inició unos de sus “pases de modelo”. Yo la miraba sonriente, aunque algo confuso pues tengo que confesar que no podía dejar de mirar cómo movía aquel culo, suave y comestible. 


Se acercó a mí y no pude dejar de mirar cómo en sus ceñidas bragas se marcaba un joven e inaccesible coñito. Laura llevaba puestos unos auriculares y se sentó a mi lado, a leer una revista. En un momento dado puso, con esa naturalidad típica de ella, los pies sobre mis piernas y allí los dejó a la vez que se acomodaba y se ponía a leer.

Mi polla se puso tiesa. No sé si ella se dio cuenta o no, el caso es que poco a poco fue moviéndolos hasta que hicieron contacto con mi paquete.

Disimuladamente, también como si fuese algo natural, cogí sus pies y comencé a restregarlos lentamente sobre mi pene. Algo notó pues me miró a la cara con curiosidad, sin cortame seguí.


Seguía leyendo pero vi como sus mejillas se ponían coloradas y su respiración comenzaba a acelerarse. Sus sensuales labios entreabiertos hacían que me apeteciera  tirarme a besar su boca. Pero era una chiquilla de solo 15 años y no quería sobrepasarme. Dejé de restregar y esperé a ver qué hacía ella. 

Volvió a mirarme y algo vio de súplica en mi mirada pues buscando de nuevo mi paquete con su pie siguió con el sobeteo, esta vez puso toda la planta encima de mi polla y empezó a  presionar cada vez con más fuerza. Yo me dejé hacer. No sé cómo lo hizo pero logró bajarme la cremallera y meter el pie en la bragueta. Éso me dio alas. Así que saqué mi  polla. Cuando la vio Laura se paró, mirándola con curiosidad, para después reiniciar sus movimientos y seguir trajinándosela, esta vez con los dos pies, sin quitar la vista de ella. Me dio la impresión de que era la primera que veía y tocaba una.


Decidido a todo comencé a quitarle los calcetines. Me miró, interrogante.Pronto comprendió pues, claramente excitada, se acomodó en el sofá para poder seguir acariciándome la polla con su pie. Se notaba que estaba tanteando, no sabía muy bien qué hacer. Hasta que me hizo saltar de placer cuando comenzó a acariciar mi glande con el pulgar. Laura me miró con una mezcla de curiosidad, placer y timidez. Aguanté hasta que en una de esas exploraciones mi pene se metió entre sus dedos. La ayudé a seguir cogiéndole el pie y enseñándole los movimientos que debía de hacer, dejando que ella continuara solita hasta que no pude más y me corrí.


Laura me miró con cierta sorpresa al ver todo aquello que salía de mi pene y caía encima de su inmaculado pie. Creo que no entendió del todo lo que había pasado. Me sonrió, algo azorada. En aquel momento sentimos a Silvia salir de la ducha. Laura dio un brinco y se levantó limpiándose el pie con su calcetín. Como pude metí mi polla dentro. Antes de marcharse me dio un beso en los labios y me dijo:

-¿Ya somos novios, no? Y se fue.

Otra vez, en la playa. Silvia se quedó tomando el sol mientras yo me fuí a bañar con Laura. Como siempre empezó a provocarme y me obligó a jugar a todas esas tonterías que los adolescentes hacen en el agua: el pino, aguadillas... Yo aprovechaba para tocarle el culo, disimuladamente.

 
En uno de esos juegos en el que estábamos el uno enfrente de otro Laura metió su mano por debajo del agua y bajándome el bañador agarró mi polla, que por cierto estaba bastante animada después de los jueguecitos previos. Empezó a sobármela mientras me miraba con su pica sonrisa picarona. Dejé que continuara con el jueguecito un rato ya que estábamos solos y nadie nos veía.Pero cometí un error: respondí metiéndole mano al coño. Laura pegó un brinco asustada y me soltó, enfadada. 

-Eres un guarro. Y se fue dejándome con cara de tonto y la polla pidiendo guerra.



Después de aquel episodio no volvió a ocurrir nada más entre Laura y yo. Cuando nos veíamos ella seguía tonteando conmigo, como si no hubiera pasado nada. Eso sí yo seguí espiándola en su intimidad. 

Por eso aquella noche me sorprendió que aceptara mi invitación a tomar algo. Nos sentamos junto con su amiga en una mesa y hablamos sobre tonterías, sobre su hermana, sus estudios…No paraban de beber.

-¿No tienes novio? Nunca te veo con chicos.
-Ya sabes que no me van lo chicos, me van lo hombres…
-Mira que bien, aquí tienes uno a tu lado.
-Pero tú no me vales.
-¿Por? 


-Eres el novio de mi hermana.
-Yo no soy el novio de tu hermana.
-Llámalo como quieres. Te la tiras, ¡no?
-¡Qué te importa! Además, tú que sabrás.
-Entre Silvia y yo no hay secretos, tonto. Lo sé todo. Lo que hacéis, cómo folláis, cómo la tienes…aunque de esto último algo sé por experiencia propia, creo recordar que estaba muy bien...a ver.
 
Laura metió su mano por debajo de la mesa y me tanteó el paquete.

-Ummm, susurró.
-Estate quieta Laura, joder. Le quité la mano.Estás un poco bebida.

-Ummmm. ¿Qué pasa, ya no te gusta? Dime una cosa David ¿A que siempre te he puesto más que mi hermanita? 
-Eres muy joven para mí.
-Entonces por qué te empalmabas siempre que me veías en bragas o me acercaba a ti. ¿Crees que no lo notaba? ¿Y que también me espiabas cuando estaba sola en mi habitación o en el baño? ¿Crees que no me enteré el día que entraste y me bajaste las bragas? Estoy segura que más de una paja te harías pensando en mí, depravado. ¿Y aquel día en el sofá? Te fuiste con toda el pastel en los calzoncillos.

La miré azorado, no esperaba que sacase todas esas historias ahora, y menos delante de su amiga.

-Anda calla, no te quieras hacer la mayor.
-Vale, vale, machote. Lo que no te perdono es que aquel día que me bajaste las braguitas no te hubieras lanzado, estaba tan caliente que me hice una paja nada más marcharte.
-Eras una niña, no podía...
-Otra vez con lo de niña. Está visto que contigo... Por cierto, hace mucho que no me haces fotos.
-Pues cuando tú quieras. Quedamos y...
-¿Por qué no esta noche? No tenemos nada mejor que hacer. Podemos ir al piso y ... 


Laura me hablaba de esa forma melosa y coqueta que tanto me gustaba de ella.Me hacía el remolón, pero la idea me atraía. A causa del alcohol Laura tenía su puntito.Y esa boquita de piñón...

-¿Ahora? ¿Y tu amiga?
-También quiere que se las hagas. Venga, por fa…además te aviso que hoy estoy muy caliente. Igual te dejo que me hagas algunas  fotos en braguitas. ¿No es lo que siempre has querido?


 
-Vale pero tengo que pasar a por la cámara.
-Ok. No perdamos más tiempo.

EL CULO DE LAURA (2ª parte)



Cuando entramos en la casa confieso que me entró un poco de mala conciencia. Qué hacía yo allí con aquellas dos crías. Pero después lo pensé ¡Qué coño, ya son mayorcitas, tienen dieciocho años, ¡ y no estoy haciendo nada malo! Además sólo vengo a hacerles unas  fotos.

-¿Dónde quieres que las hagamos? Pregunté.
-En  mi habitación.
-¿Qué os vais a poner de ropa?
-¡Sorpresa!

Monté la cámara y dos focos. Salí para que se cambiaran y esperé a que estuvieran listas.

-¡David, ya puedes!


Entré. Estaban allí echadas,curioseado con mi cámara, en pantaloncitos cortos, mostrándome sus culitos respingones, los dos igual de deseables. Estaban espléndidas, las dos. Comencé a sudar.

-Venga empieza.


Empecé a hacer fotos. Primero a Laura. No tuve que decirle nada, sabía perfectamente cómo tenía que posar para mí. Esta vez no parecía que le cortase mi presencia. No sé de donde había sacado tanta sensualidad. Pero el momento más fuerte fue cuando me dijo:

-Seguro que las quieres más atrevidas, ¿verdad?

Sin esperar mi respuesta se quitó la camiseta y abriéndose de piernas comenzó a tocarse en la entrepierna, jugando con sus bragas para así  enseñarme veladamente su coño.


Ufff. Eso me puso a cien. Mi polla estaba a tope. Disimuladamente empecé a tocarme por encima del pantalón, confiando en que no lo viese ya que los focos sin duda la deslumbrarían. 

-Ahora con Nadine, dije.
  
Nadine se puso con ella. Estaba un poco cortada así que animé a Laura a que la ayudase, a que se acercaran e interactuaran entre ellas: que se peinaran mutuamente, que se dieran castos abrazitos... Todo fue bien hasta que noté que aquello empezaba a calentarse. Se las veía muy a gusto, tenían las caras sonrosadas e incluso en un momento en  que Laura se puso encima de Nadine, pude ver que sus braguitas empezaban a humedecerse. Creo que estaban bastante excitadas con el jueguecito. 

Así es que al poco rato aquellas "inocentes niñas" estaban comiéndose los morros.

Laura me dijo que si quería que se pusieran más sexys. ¿Más aún?, pensé. Les dije que bueno, que sí, pero que necesitaba un pequeño descanso, así que salí al salón a tranquilizarme un poco.

¿Qué estás haciendo David?, me pregunté. Creo que aquí sobras.Pero la situación me ponía mucho. Decidí aguantar un poco, a ver cómo acababa  todo.

Cuando volví a la habitación allí seguían las dos dale que dale, ahora metiéndose mano. Al verme Laura me preguntó:

-David, ¿esa cámara tiene video? Le dije que sí. -Pues graba esto.

Empezó a comerle el coño a Nadine. La manera en que le succionaba el clítoris demostraba que era una auténtica experta.La francesa gemía sin ningún pudor.



Yo seguía grabando aquella escenita todo empalmado, aquello me ponía mucho,¡espectador inesperado de una auténtica peli porno! Volví a preguntarme qué hacía yo allí. 


Laura dejó de chupar y me miró diciendo:
-¿Quieres seguir tú?
-No, no, yo sigo grabando.
-Venga tío. Pon la cámara en el tripode y sácate unas fotos con nosotras.

No me hice mucho de rogar. Coloqué  la cámara y la puse a grabar. Me acerqué. Nadine comenzó a besarme en la boca. Estaba fuera de sí, excitadísima. Mientras tanto Laura se ocupó de bajarme los pantalones y los calzoncillos. Al verme la polla exclamó:

 -No la recordaba así, tan, tan...grande. A ver si se porta como con mi hermanita.

Me dejé llevar. Comenzaron a chuparme y morderme por todos los rincones de mi cuerpo. Laura se levantó y sentándose sobre mi cara dejó que yo le comiera aquel coño que tanto había deseado. Mientras tanto Nadine comenzó a chupármela, muy bien por cierto. Por algo era francesa.

Estaba en el paraíso aunque me dolía todo después de la sesión con Eva. Estaba hecho polvo, pero tan caliente que deseaba correrme para desahogar, pero no pude. Eso me agobió hasta el punto de que aquello empezó a quedarse totalmente flácido. Laura y Nadine se rieron de mí cuando vieron que mi pene se desinflaba, agotado.


Por muchos esfuerzos que hicieron las dos aquello ya no daba más de . Se mofaron un poco de ello pero enseguida se olvidaron de mí y se dedicaron a seguir dándose el lote entre ellas. Las oía gemir y jadear...hasta que me dormí. 
  

Cuando me desperté Nadine estaba acostada a mi lado, tenía agarrada mi polla y la miraba como una niña a un caramelo.




- ¿Te apetece que acabemos lo de ayer?, me dijo con su dulce acento francés.

Yo me había recuperado.Así que decidido a dejar bien alta mi reputación la cogí y la puse a cuatro patas. No debía gustarle mucho esta postura pues al principio se resistió y refunfó algo en francés. No había tiempo para ponerme un condón ni lubricante, así que metí un dedo en su coño y tras comprobar que estaba lo suficientemente húmedo se la empecé a meter.


Al principio pegó un brinco y dio un pequeño grito, como si le hubiese dolido. Al notar cómo mi polla entraba poco a poco comenzó a moverse rítmicamente de adelante hacia atrás. La verdad es que se movía bien la condenada. Debía estar muy caliente pues no me esperó, se corrió enseguida. Seguí, ahora me tocaba a mí.Al correrme dio tales gemidos que debió de oirse en todo el edificio. Al sacar mi polla noté que tenía algo de sangre.
  
Cuando acabamos, Nadine se acostó aún jadeante y se quedó profundamente dormida. Me levanté sigilosamente. Me vestí y recogí mis cosas. Cuando estaba abriendo la puerta de la calle oí una voz detrás mío.

 
-¡Ey. David! ¿Ya te vas?

Era Laura. Estaba  sensualmente apoyada en la pared. Vestía una camiseta y tanga transparentes que lo dejaban ver todo. Estaba preciosa, no sabría decir si era una niña o una mujer, un ángel o un demonio. Y me estaba mirando de una forma... Dios mío, pensé, esto no se va a acabar nunca.



-¿No quieres quedarte con nosotras a pasar el día, aquí, en casa?
-No, no. Lo siento Laura, pero tengo muchas cosas que hacer. Mejor quedamos para otro día. Además ya veo que podeis arreglárolas muy bien sin mí.
-Está bien. Te llamaré cuando vuelva. Me debes un polvo. Pero Nadine se va a Francia, ya no vas a poder verla hasta el año que viene. Por cierto ¿Qué vas  a hacer con las fotos y el video? ¿Nos darás una copia verdad? Me gustaría ponerlas en mi face.
-¿Estás loca?
-Es broma, tonto.Espero que a ti tampoco se te ocurra ponerlas. Más que nada lo digo por Nadine. No creo que a sus padres les guste descubrir a su niñita haciendo esas cosas el día de su cumpleaños.
-¿Niñita?¿Cumpleaños?
-Sí ayer cumplió dieciseis años, su deseo era que alguien la desvirgara, por fin... y tú fuiste su regalo.
Dieciseis años! Osssstia.
-No te preocupes no dirá nada. Y yo tampoco. Ya somos mayorcitas.
-Espero que sea así, si no menudo problemón.

Laura se rio y empujándome fuera del piso me dijo.

-Anda, mejor bórralo todo, machote.

Se acercó y me dio un beso en los labios.

-¿Seguimos siendo novios, no? 

Esto dijo mientras yo me iba meditabundo, dolorido y algo avergonzado...pero no mucho.
En el fondo estaba deseando que Laura volviera pronto de vacaciones.