Se había hecho muy
tarde así que nada más irse Eva lo primero que hice fue llamar a Silvia
para avisarla de que llegaría tarde. Le di la disculpa de que tenía un trabajo
que acabar en el ordenador. Me dijo que no importaba y que si me venía
mejor podría comprar algo para cenar y venirse a mi casa para hacer una velada…
¿romántica?
Le dije que de acuerdo, que casi mejor pues estaba algo agotado.
-¿Agotado? No te preocupes, yo tengo el remedio. Verás cómo
se te pasa enseguida.
- No lo dudo. Te estaré esperando… estoy hambriento.
-Yo también. Ñam. En una hora estoy ahí.
Así que me metí en la ducha
con la intención de acabar rápidamente. Pero cuando me estaba enjabonando
no pude dejar de pensar en el 69 que me había trabajado con Eva. A mi cabeza
volvió a surgir la imagen de aquel húmedo y sabroso coñito. Recordé cómo su lengua lamía mi glande y cómo sus
labios succionaban toda mi polla pareciendo que de un momento a otro iba a tragársela…
Así que no pude evitar volver a excitarme. Al pasar la esponja por mi pene, ya
recuperado, no pude resistirme y comencé a hacerme una paja. Mi intención era
no llegar hasta el final pero las sensaciones, los olores y las imágenes estaban tan frescos en mi memoria que
no pude aguantarme y seguí... También me excitaba el hecho de reencontrarme con
Silvia, era un auténtico bombón, siempre estuve muy encoñado con ella. Así que
sin poder controlarlo, Eva y Silvia se mezclaron en mi mente… mi semen salió disparado hacia la mampara del
baño. Uffff.
Cuando me relajé me entró un amargo ataque de mala
conciencia. Joder… ¿notará algo Silvia? Siempre había cumplido muy bien con
ella, pero hoy… Bueno, pensé, en peores movidas me he visto envuelto.
Así que cuando llegó Silvia con aquel vestidito que me permitía ver que seguía tan buena como siempre se me olvidó todo. Silvia no era una chica exhuberante, era más bien delgada pero con un cuerpo felino y unas largas piernas que te hacían soñar con perderte en ellas mientras las recorrías con los labios. Tenía más o menos mi edad, treinta años. Había hecho sus pinitos como modelo y actriz, pero al final acabó trabajando en una tienda de ropa.
Aprovechamos la cena para contarnos cosas del trabajo, de
los amigos comunes… Y por supuesto de nuestros
ligues. Tanto ella como yo siempre alardeábamos de que no nos duraban más de
una noche. Así que no le conté lo de Eva.
Acabada la cena, y el vino, nos fuimos al sofá. Ni siquiera nos dio tiempo a sentarnos y ya estábamos metiéndonos mano como locos.
-¿Tienes algo para mí?, me dijo.
-Ya sabes que sí.
-¿Sólo para mí?
-Sólo para ti.
-Serás mentiroso…
Como queriendo comprobar que le decía la verdad, Silvia empezó a estrujarme la entrepierna.Después la sacó y mirándola dijo:
Y sin más comenzó a chupármela. Lo hacía muy bien, de una
manera lenta, sensual, como temiendo hacerme daño. Veía allí abajo su cabeza
moviéndose rítmicamente. No pude evitar acordarme de cómo hace pocas horas Eva
me la había estado chupando también. Dos bocas para una misma polla. Eso me
excitó. También recordé cómo Eva había evitado que me corriese en su boca y
cómo me había dejado frustrado. Así que quise desquitarme y dejé que Silvia hiciese
todo el trabajo.
-¿Sigo o quieres que pasemos a otra cosa?, me dijo
mirándome.
Silvia, sacudió su rubio pelo y volvió a la faena.
Sabía cómo hacerlo. En dos minutos estaba corriéndome en su
boca.
Silvia me miró con la boca abierta, riéndose y enseñándome el semen que se iba a tragar. Así lo hizo y con su lengua lamió lo que tenía en los labios.Pensé, Silvia 1- Eva 0.
Silvia me miró con la boca abierta, riéndose y enseñándome el semen que se iba a tragar. Así lo hizo y con su lengua lamió lo que tenía en los labios.Pensé, Silvia 1- Eva 0.
-Ummm. Sigue igual de sabroso y calentito.
-¿Te gusta? A algunas mujeres no.
- No saben lo que se pierden.
- A mí me encanta que lo hagas.
Hizo ademán de besarme, pero le recordé que para mí no sería agradable probar mi propio semen. Se rio y me dijo que la esperara en la cama mientras iba a lavarse la boca.
Cuando entré en la habitación comprobé con
horror que no había hecho a cama. Seguía revuelta, muy revuelta, no en vano
había sido el escenario de un brutal 69. Así que la arreglé como pude.Me quité la ropa y la esperé tendido.
Cuando Silvia entró, pude ver su sutil silueta a través de
la puerta. Estaba desnuda. Tenía una figura delicada, pero perfecta. Sus
movimientos eran muy felinos… y eso me ponía.
Se acostó a mi lado y comenzó a besarme el pecho y acariciarme. Me cogió la polla que aún estaba un poco flácida e intentó animarla. Lo consiguió muy pronto. Me preguntó, con tono insinuante y sensual:
-¿Qué te apetece que hagamos con esto?
-Creo que ahora me toca a mí decidir, ¿no?
-Mmmmm.
-Te la voy a meter hasta el fondo.
-No seas bruto. Ya sabes que es mi primera vez.
A Silvia siempre le había gustado el juego de hacerse la
virgen y novata.
Así que tomé la iniciativa y poniéndola de espaldas sobre mí comencé a besarla y acariciarla. Cogió mi polla y empezó a frotársela en su coño. Pude comprobar que estaba muy húmedo.
Silvia se movía y gemía como si estuviera descubriendo un placer nuevo y desconocido.
Después, delicadamente, comenzó a introducir mi polla en su vagina.
Silvia se movía y gemía como si estuviera descubriendo un placer nuevo y desconocido.
Después, delicadamente, comenzó a introducir mi polla en su vagina.
-Suave, suave, señor. No me haga daño, me decía con
voz inocente.
Silvia estaba metida en su papel. Siempre lo hacía. Se
excitaba ella y me excitaba yo. Cuando introdujo todo el pene lanzó un
grito
-¿Te hago daño?
- No, no. Sigue, sigue...ummm.
Yo estaba aguantando
bien, por la tres corridas que había tenido aquel día. Es más,
tenía miedo de que al final no me saliese nada. Pero ya no podía parar. Silvia seguía
aumentando la intensidad de sus gemidos. Como para dejarla así.
Y de nuevo me acordé de Eva. Es curioso, aquella tarde cuando lo estaba haciendo con ella me acordé de Silvia y ahora… Vino a mi mente el día que se la había metido por el culo y pensé que a Silvia le gustaría hacerlo. En realidad nunca lo había hecho con ella y no sabía si ella lo habría probado alguna vez. Era igual, había que intentarlo. Así que paré. Silvia abrió los ojos y me miró sorprendida:
Sin decir nada la cogí por la cintura y la dí la vuelta. Con los fluidos de su coño mojé su ano y cogiendo mi polla la dirigí
hacia él. Era tal mi excitación que no esperé a que el esfínter se dilatara.
Así que cuando se la metí Silvia dio un grito.
-¿Qué haces?
Seguí,ya no podía dar marcha atrás. Oí cómo Silvia gritaba y se revolvía hasta que consiguió separarse de mí,
-¿Qué haces joder? ¿Ibas a metérmela por el culo?
-Lo siento, creí que te iba a gustar.
-Eres un cerdo. Es asqueroso, para que te enteres. Nunca lo he hecho, ni lo
haré.
-Tú te lo pierdes.
-Joder David, esas
cosas se preguntan.
-Lo siento.
Me miró y al ver mi cara de consternación se acercó, abrazándome.
-Bueno, también sientoyo haberte cortado el rollo.Sabes que
siempre estoy dispuesta todo, pero es que me pillaste desprevenida. No me gusta eso de
que me la metan por ahí, me da algo de repelús y tengo el culo muy sensible. Quizás otro día.
Me besó y los dos nos echamos abrazados en la cama. Se nos cortó el rollo. Sin decirnos nada más nos quedamos dormidos.
Silvia 1- Eva 1.Empate.
Al día siguiente se despidió de mí con un:”Hasta el próximo año, bribón”.
Yo me dije. ¡Qué ganas tengo de que llegue el sábado!