viernes, 31 de agosto de 2012

MI CITA CON SILVIA



Se había hecho muy  tarde así que nada más irse Eva lo primero que hice fue llamar a Silvia para avisarla de que llegaría tarde. Le di la disculpa de que tenía un trabajo que acabar en el ordenador. Me dijo que no importaba y que si me venía mejor podría comprar algo para cenar y venirse a mi casa para hacer una velada… ¿romántica?

Le dije que de acuerdo, que casi mejor pues estaba algo agotado.

-¿Agotado? No te preocupes, yo tengo el remedio. Verás cómo se te pasa enseguida.
- No lo dudo. Te estaré esperando… estoy hambriento.
-Yo también. Ñam. En una hora estoy ahí.


Cuando colgué me dije, madre mía, cómo está de caliente.
Así que me metí en la ducha  con la intención de acabar rápidamente. Pero cuando me estaba enjabonando no pude dejar de pensar en el 69 que me había trabajado con Eva. A mi cabeza volvió a surgir la imagen de aquel húmedo y sabroso coñito.  Recordé  cómo su lengua lamía mi glande y cómo sus labios succionaban toda mi polla pareciendo que de un momento a otro iba a tragársela… Así que no pude evitar volver a excitarme. Al pasar la esponja por mi pene, ya recuperado, no pude resistirme y comencé a hacerme una paja. Mi intención era no llegar hasta el final pero las sensaciones, los olores y las  imágenes estaban tan frescos en mi memoria que no pude aguantarme y seguí... También me excitaba el hecho de reencontrarme con Silvia, era un auténtico bombón, siempre estuve muy encoñado con ella. Así que sin poder controlarlo, Eva y Silvia se mezclaron en mi mente…  mi semen salió disparado hacia la mampara del baño. Uffff.
Cuando me relajé me entró un amargo ataque de mala conciencia. Joder… ¿notará algo Silvia? Siempre había cumplido muy bien con ella, pero hoy… Bueno, pensé, en peores movidas me he visto envuelto.

Así que cuando llegó Silvia con aquel vestidito que me permitía ver que seguía tan buena como siempre se me olvidó todo. Silvia no era una chica exhuberante, era más bien delgada pero con un cuerpo felino y unas largas piernas que te hacían soñar con perderte en ellas mientras las recorrías con los labios. Tenía más o menos mi edad, treinta años. Había hecho sus pinitos como modelo y actriz, pero al final acabó trabajando en una tienda de ropa.

Aprovechamos la cena para contarnos cosas del trabajo, de los amigos comunes… Y por supuesto de nuestros ligues. Tanto ella como yo siempre alardeábamos de que no nos duraban más de una noche. Así que no le conté lo de Eva.


Acabada la cena, y el vino, nos fuimos al sofá. Ni siquiera nos dio tiempo  a sentarnos y ya estábamos metiéndonos mano como locos.


-¿Tienes algo para mí?, me dijo.
-Ya sabes que sí.
-¿Sólo para mí?
-Sólo para ti.
-Serás mentiroso…


Como queriendo comprobar que le decía la verdad, Silvia empezó a estrujarme la entrepierna.Después la sacó y mirándola dijo:

-Veo que sigue igual de guerrera. Como a mí me gustan.


Y sin más comenzó a chupármela. Lo hacía muy bien, de una manera lenta, sensual, como temiendo hacerme daño. Veía allí abajo su cabeza moviéndose rítmicamente. No pude evitar acordarme de cómo hace pocas horas Eva me la había estado chupando también. Dos bocas para una misma polla. Eso me excitó. También recordé cómo Eva había evitado que me corriese en su boca y cómo me había dejado frustrado. Así que quise desquitarme y dejé que Silvia hiciese todo el trabajo.

-¿Sigo o quieres que pasemos a otra cosa?, me dijo mirándome.
-Sigue, sigue… acaba.



Silvia, sacudió su rubio pelo y volvió a la faena. Sabía cómo hacerlo. En dos minutos estaba corriéndome en su boca. 

Silvia me miró con la boca abierta, riéndose y enseñándome  el semen que se iba a tragar. Así lo hizo y  con su lengua lamió lo que tenía en los labios.Pensé, Silvia 1- Eva 0.


-Ummm. Sigue igual de sabroso y calentito.
-¿Te gusta? A algunas mujeres no.
- No saben lo que se pierden.
- A mí me encanta que lo hagas.

Hizo ademán de besarme, pero le recordé que para mí no sería agradable probar mi propio semen. Se rio y me dijo que la esperara en la cama mientras iba a lavarse la boca.
Cuando entré en la habitación comprobé con horror que no había hecho a cama. Seguía revuelta, muy revuelta, no en vano había sido el escenario de un brutal 69. Así que la arreglé como pude.Me quité la ropa y la esperé tendido.

Cuando Silvia entró, pude ver su sutil silueta a través de la puerta. Estaba desnuda. Tenía una figura delicada, pero perfecta. Sus movimientos eran muy felinos… y eso me ponía.


Se acostó a mi lado y comenzó a besarme el pecho y acariciarme. Me cogió la polla que aún estaba un poco flácida e intentó animarla. Lo consiguió muy pronto. Me preguntó, con tono  insinuante y sensual:

-¿Qué te apetece que hagamos con esto?
-Creo que ahora me toca a mí decidir, ¿no?
-Mmmmm.
-Te la voy a meter hasta el fondo.
-No seas bruto. Ya sabes que es mi primera vez.

A Silvia siempre le había gustado el juego de hacerse la virgen y novata.

-No te preocupes, déjame a mí…


Así que tomé la iniciativa y poniéndola de espaldas sobre mí comencé a besarla y acariciarla. Cogió mi polla y empezó a frotársela en su coño. Pude comprobar que estaba muy húmedo. 

Silvia se movía y gemía como si estuviera descubriendo  un placer nuevo y desconocido.



Después, delicadamente, comenzó a introducir mi polla en su vagina.

-Suave, suave, señor. No me haga daño, me decía con voz inocente.

Silvia estaba metida en su papel. Siempre lo hacía. Se excitaba ella y me excitaba yo. Cuando introdujo todo el pene lanzó un grito

-¿Te hago daño?
- No, no. Sigue, sigue...ummm.

Yo estaba  aguantando bien, por la tres corridas que había tenido aquel día. Es más, tenía miedo de que al final no me saliese nada. Pero ya no podía parar. Silvia seguía aumentando la intensidad de sus gemidos. Como para dejarla así.


Y de nuevo me acordé de Eva. Es curioso, aquella tarde cuando lo estaba haciendo con ella me acordé de Silvia y ahora… Vino a mi mente el día que se la había metido por el culo y pensé que a Silvia le gustaría hacerlo. En realidad nunca lo había hecho con ella y no sabía si ella lo habría probado alguna vez. Era igual, había que intentarlo. Así que paré. Silvia abrió los ojos y me miró sorprendida:

-¿Qué haces, por qué te paras ahora?

Sin decir nada la cogí por la cintura y la dí la vuelta. Con los fluidos de su coño mojé su ano y cogiendo mi polla la dirigí hacia él. Era tal mi excitación que no esperé a que el esfínter se dilatara. Así que cuando se la metí Silvia dio un grito.

-¿Qué haces?


Seguí,ya no podía dar marcha atrás. Oí cómo Silvia gritaba y se revolvía hasta que consiguió separarse de mí,

-¿Qué haces joder? ¿Ibas a metérmela por el culo?
-Lo siento, creí que te iba a gustar.
-Eres un cerdo. Es asqueroso, para que te enteres. Nunca lo he hecho, ni lo haré.
-Tú te lo pierdes.
-Joder David, esas cosas se preguntan.
-Lo siento.

Me miró y al ver mi cara de consternación se acercó, abrazándome.

-Bueno, también sientoyo  haberte cortado el rollo.Sabes que siempre estoy dispuesta todo, pero es que me pillaste desprevenida. No me gusta eso de que me la metan por ahí, me da algo de repelús y tengo el culo muy sensible. Quizás otro día.


Me besó y los dos nos echamos abrazados en la cama. Se nos cortó el rollo. Sin decirnos nada más nos quedamos dormidos. 

Silvia 1- Eva 1.Empate.

Al día siguiente se despidió de mí con un:”Hasta el próximo año, bribón”.


Yo me dije. ¡Qué ganas tengo de que llegue el sábado!

Consciente de mi cuerpo


Después de mi encuentro con David, pienso en lo que me ha dicho. Realmente no me gusta el sabor del semen, se que a  ellos les excita mucho que te lo tragues, pero nunca lo he hecho y creo que no lo haré. Supongo que se ha sentido algo decepcionado por eso, pero creo que todo lo demás que hacemos lo compensa. Así que dejo de darle vueltas y me meto en el coche para regresar a casa, supongo que mi marido se estará preguntando donde me he metido, salgo a comprar y me paso todo el día por ahí. Pero está acostumbrado a mis ausencias cada vez más frecuentes.

Cuando llego a casa le veo sentado al ordenador, sin darse cuenta de que yo no estaba en casa, eso me hace sentir que en absoluto le importa mi ausencia, que sólamente vive para él y pienso que tengo que seguir con mi vida, que no puedo esperar a que reaccione.

El día siguiente voy a trabajar, me levanto con un halo de tristeza por la indiferencia de mi marido, pero afronto el día con optimismo. Si él no quiere ver lo que tiene delante, problema suyo, yo no le voy a estar esperando. Puede que todo lo que me está pasando últimamente, mis cambios, mis relaciones furtivas con David, sea por que me estoy encontrando a mí misma, por que está surgiendo de nuevo la mujer que había estado dormida durante tantos años... pendiente de la casa, de los niños y de mi marido. Ahora vuelvo a ser yo, una mujer madura pero con mucho que ofrecer y me siento tan bien...

Después de trabajar decido ir a comprarme ropa algo sexy para el sábado, me dirijo a una tienda de lencería que conocía pero a la que nunca he entrado. Detrás del mostrador  un hombre, cosa que me pareció curiosa por que suelen ser mujeres, era muy agradable.

- Hola, quiero ver lencería sexy, ¿tienes algo?
- Claro, pero te digo una cosa, una mujer como tú no necesita ponerse nada especial, seguro que con cualquier cosita estas tremenda.
Me hace sonrojarme -Gracias-


Sacó varios modelos, a cual más bonito, hasta que vi un conjunto de encaje negro que me gustó.
-¿Puedo probarlo?
-Claro, pasa al probador.

Según entro en el probador se me viene a la cabeza una idea, ¿y si le digo que me ayude? No, es demasiado fuerte, esas cosas solo pasan en las películas.

El conjunto es espectacular y por una vez decido no mirar el precio. Pero al querer desabrocharme el sujetador no soy capaz, algo se me enganchó.

-¿Estas bien?- Me preguntó el dependiente.
-Bueno, no se que ha pasado, no soy capaz de desabrochar esto....
-Espera que voy.

El corazón se me acelera, ¿que viene? Supongo que estará acostumbrado a estas cosas.
Siento como se abre la cortina detrás de mí, y le veo entrar a través del espejo. Veo como se queda mirando mi espalda.

- Mmmmm, preciosa espalda.
- Mira a ver, no se por que no puedo desabrocharlo.

Me quedo esperando a que me ayude, siento sus manos calientes posándose en mi espalda muy despacio y cómo manipula el cierre del sujetador con delicadeza extrema. Entonces lo desabrocha, pero no se retira, se queda con las manos en mi espalda como si quiera quedarse pegado a ella.

-Ejem, bueno ya está, dijo.


En el espejo pude ver cómo se ruborizaba, seguramente sorprendido por el pensamiento que le cruzó la cabeza. Se dio media vuelta y se fue.


Acabé de vestirme, me di cuenta de que una sonrisa insconciente se dibujaba en mi cara, pienso en los motivos por los que últimamente me pasan estas cosas, antes no era así. Pero lógicamente tenía una explicación. Soy yo, irradio sexualidad sin quererlo y eso atrae las miradas, los hombres lo notan.

Me despedí con un "gracias" y una gran sonrisa, y él me la devolvió.

Cuando salía de la tienda noté sus ojos clavados en mí, casi podía adivinar lo que estaba pensando, no era muy difícil.

Llego a casa y veo de nuevo a mi marido al ordenador,

-Hola.




Recibo el silencio por respuesta. Es tarde, me voy a la cama. Dios, que ganas tengo de que llegue el sábado.



jueves, 23 de agosto de 2012

SEXO SALVAJE CON... ¿SILVIA?



Me estaba preparando para salir. Había quedado para ir a cenar con Silvia, una  amiga con derecho a roce  a la que hacía un año que no veía. Vive en Madrid y todos los veranos se viene a pasar unos días por aquí. Es un poco pijilla así que esta vez me había puesto  corbata. Todo por un polvo. Sin duda una vez más acabaríamos en mi apartamento borrachos y con sesión de sexo salvaje. Una vez al año…

Hasta que sonó el teléfono. Era Eva. Hacía dos semanas que no sabía nada de ella. Después de nuestro caliente encuentro en el hotel le dije al despedirnos:

- Bueno. ¿El sábado a la misma hora?
- Casi mejor lo dejamos para el otro. No quiero que mi marido empiece a sospechar de mi repentino interés por dar paseos sola todos los sábados. Si eso ya te llamo.

Hasta ahora. Supuse que después de la experiencia le habrían entrado de nuevo  sus habituales remordimientos de mujer casada. La verdad es que ese día fue brutaL... sexo anal, ducha para dos…

Así que su llamada me pilló un poco desprevenido. De todas formas contesté:



- Hola Eva. ¿Qué tal?
- David, ¿estás muy liado, podríamos vernos ahora?
- La verdad es que estaba a punto de salir.
 - ¿Estás en casa? 
Serán solo diez minutos. Necesito verte.
- Bueno, venga.

Le di mi dirección y esperé. Estaba un poco extrañado por la ansiedad de Eva. Pensé que igual le habría pasado algo con su marido. Sonó el timbre.

Cuando abrí la puerta Eva me besó en la mejilla. La acompañé al salón y nos sentamos en el sofá.

-¿Corbata?, ¡qué elegancia!
-Bueno. ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta urgencia en verme?
-Necesito contarte una cosa que me pasó hoy.

Eva comenzó a narrarme con todo lujo de detalles la aventura del supermercado, todas las guarrerías que  había hecho con aquel vigilante. Yo la miraba con creciente interés. La verdad es que me excitó mucho su relato y la forma de contarlo.


Se levantó y me pidió que me pusiera detrás suyo. Así lo hice. Cogió mis manos y las puso en su entrepierna acercando su culo a mi paquete mientras me explicaba cómo el vigilante metió su mano por debajo de las braguitas. 


Ella empezó a hacer lo  mismo conmigo, sobando mi culo y mis muslos… De pronto dirigió su mano hacia mi paquete y comenzó  a magreármelo, mientras me contaba cómo con esto había puesto a cien al guardia. El que se puso a cien fuí yo. Después de esto se calló y dándose la vuelta me miró con cara de deseo a la vez que se quitaba el vestido quedándose solo con las braguitas puestas. Aprovechando que la estaba mirando me dio un empujón que me hizo caer sentado en el sofá. Eva se puso de rodillas delante de mí,me bajó la cremallera del pantalón y metiendo su mano  sacó mi polla, debo decir que con bastante dificultad pues estaba muy empalmado. Empezó a chupármela.


-Espera, espera- le dije.
-¿Qué pasa?
-No sé si debemos seguir Eva, esta noche tengo una cita y no quisiera…

Eva hizo como si no me oyera, cogiendo mis manos me obligó a levantarme y se dirigió hacia la habitación.

-Eres un maleducado, no me has enseñado tu casa. Vamos a ver qué hay aquí. Ummm bonita cama.

Volvió a agacharse pero esta vez para desabrocharme y quitarme los pantalones. Yo me resistí... como pude.

-David, estoy muy, muy caliente. No puedes dejarme así.


Me empujó tirándome encima de la cama.


Coqueta, sensualmente se fue quitando las bragas hasta quedar completamente desnuda. Se subió a la cama y se puso a horcajadas mía, con el coño delante de mi cara.

-Si no quieres follar al menos alíviame.

Allí lo tenía, a escasos centímetros de mi boca. Lo veía hinchado y húmedo. Y olía a hembra. Así que me tiré a él sin contemplaciones.


Eva empezó a emitir delicados gemidos. Al meterle la lengua hasta el fondo dio un respingo. Esa fue la señal.Empezó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás frotando su coño contra mi boca, sin piedad. La vista que tenía delante de mí era tan excitante que empecé a masturbarme.


Entonces Eva se dio la vuelta y cogiéndome el pene con ambas manos empezó a chupármelo como siempre lo hacía ella, con el frenesí de una colegiala comiéndose un caramelo. Los dos nos entregamos a un 69 en toda regla.
 
Cuando empecé a lamer y morder su excitado clítoris Eva  perdió el control y empezó a gemir fuertemente.Se notaba que venía muy caliente pues enseguida se puso a cien. Succionaba mi polla con su boca emitiendo un singular ruido, como el de una ventosa. No sé cómo podía seguir chupándomela, notaba que casi no podía respirar.


Por entonces yo estaba disfrutando de los deliciosos jugos del coño de Eva... salados, calientes y viscosos. 

La verdad es que estaba un poco agobiado pues pensaba en mi cita. Ya llegaba tarde. Y no sabía en qué condiciones me presentaría después de esto. Pero me abandoné al placer. 

Incluso el recuerdo de Silvia hizo que empezase a fantasear con ella, pensado que aquel coño y aquella boca que me la estaba chupando eran suyas.

Así seguimos un rato hasta que por fin noté que a Eva le estaba viniendo un orgasmo pues se aceleraba cada vez más. Lo ideal de un 69 es que los dos se corran a la vez. Así que me dejé llevar. 

Sentí que mi líquido ya estaba a punto de salir... en dirección a su boca, cosa que me excitaba mucho, pues me encanta correrme en la boca de las chicas y más si se lo tragan. Pero justo en ese momento noté con angustia y desencanto que Eva se la sacaba, limitándose a seguir meneándomela. Así que mi semen salió disparado... hacia mi barriga. Lo noté caliente y viscoso. Me decepcionó, la verdad.


Eva se corrió también, pero tuve que seguir comiéndoselo pues ella aún no había acabado. No sé cuántos orgasmos tuvo hasta que por fin se dio por satisfecha. Agotada se tiró a mi lado. Después de algunos segundos se incorporó sobre mí y mirándome dijo:


-¿Te ha gustado?
-Ha sido fantástico, pero me ha faltado algo.
- ¿El qué?
- Me hubiese gustado que siguieras chupándomela hasta el final.
-Ufff. La verdad es que me da un poco de repelús.
-¿Lo has probado alguna vez?
-No. Tampoco me hace falta hacerlo para saber que no me gusta.
-Bueno al menos, espero que se te haya pasado el calentón
-Ja,ja,ja. Y no sabes tú qué bien me he quedado.

Eva siguió riéndose mientras se levantaba para ir a vestirse. Al acabar se acercó y me dio un beso.

 
-¿No tenías una cita?
-Ufff. Mira la que has armado. Tengo que volver a ducharme.
-Bueno, ¿pero mereció la pena, no?
-Sí, claro.

Cogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta. Yo grité:

- Espera Eva. ¿Cuándo  volvemos a vernos?
- Este sábado.
- ¿Dónde siempre?
- No. Aquí. Para qué vamos a perder el tiempo. Solo tenemos dos horas.
- De acuerdo.
- Chao, guapo. Y espero que para entonces me cuentes lo que has hecho con esa chica.


Abrió y se fue, dejándome tirado en la cama y preguntándome si después de todo esto iba a poder con una sesión nocturna de sexo salvaje.

lunes, 13 de agosto de 2012

SEXO EN EL HIPER


Después de nuestro último encuentro en aquel hotel, tardamos un tiempo en vernos. La verdad es que no lo llamé y él a mí tampoco. Supongo que necesitaba tomar un poco de distancia y de perspectiva, ver esta relación desde lejos, necesitaba saber si le seguía deseando.

No se lo que pensaría David, pero tomé la decisión de llamarle solo cuando realmente sintiera que quería estar con él y eso hice.
Durante ese tiempo me di cuenta de que esta relación me había abierto un nuevo campo en las relaciones con los hombres. Perdí el miedo a tener relaciones con desconocidos, y me sentía mucho más segura de mí misma.

Un día estaba en el hipermercado haciendo la compra y noté como unos ojos se posaban en mí durante largo tiempo, me di la vuelta y vi a uno de los reponedores habituales del hiper, seguro que nos habíamos cruzado muchas veces, pero nunca había reparado en él. No era muy mayor, ventipocos, era muy alto y algo desgarvado. Lucía una larga melena que caía sobre su espalda atada en una coleta. Cuando se dio cuenta de que lo miraba, se puso colorado y sonrió. 
Me encantó provocar eso en un chico, así que me fui riéndome de la situación.



Cuando salía de la caja después de pagar, empezaron a sonar todas las alarmas, pi,pi, pi, y yo no sabía donde meterme.


Se acercó a mí el guardia de seguridad sonriendo. Seguramente me estaba poniendo de todos los colores.
Me pidió que le acompañara, yo me moría de vergüenza mientras caminaba detrás de el, pero me fijé en que estaba bastante bien. Espalda ancha, culo bien duro, y colgada en la cintura una buena porra. -Muy erótico- pensé.

Cuando llegamos a la oficina cerró la puerta tras de mí, me miró el bolso, al no encontrar nada sospechoso dijo.
  

-Voy a tener que cachearte-
-¿Qué?,- la verdad es que solo pensar que me iba a poner las manos encima ya me ponía caliente. 
-Lo siento, son las normas.
-Bueno si no hay más remedio...


Me puse de cara a la pared y me dejé tocar, sus manos se posaron en mis hombros, bajando muy despacio recorriendo todo mi cuerpo lentamente, al hacerlo dibujaba mi figura debajo del vestido. Siguió bajando por las piernas y después puso sus manos en el interior de mis muslos y subiendo. Cada vez me ponía más y más caliente, sentía su respiración en mi nuca y estaba bastante agitada.



Sin pensarlo hice un movimiento rápido y le puse la mano en el paquete, se quedó de piedra pero no se apartó, al contrario, se juntó más a mi. Me subió la falda y metió su mano debajo, tocando mis braguitas y noté como se le ponía dura. Yo no sabía que seria capaz de hacer algo así hace unas semanas. 



Le seguí tocando el paquete sin darme la vuelta y cada vez se la notaba más dura, su respiración se agitaba y empezó a frotarse contra mí, sus manos seguían recorriendo mis muslos, no los soltaba. Me abrí un poco más de piernas, le cogí la cadera con las dos manos y le apreté contra mi trasero, no se resistió, empujó más fuerte.


Me levantó un poco la falda para llegar con las manos por delante, dibujando mis caderas con sus dedos, cuando encontró mis bragas, las palpó, despacio, con cuidado, y metió un poco sus dedos debajo. Su aliento resoplaba en mi nuca y me ponía a cien.


Creí que aquello iba a terminar muy bien, pero entonces tocaron a la puerta. Nos recolocamos la ropa como pudimos con rapidez, él dijo:
-Un momento, ya voy- y abrió la puerta.
Era su compañero que preguntaba que pasaba,

-Nada,puede marcharse señorita.-
Cogí mis bolsas y me fui, no sin antes lanzarle una mirada y una sonrisa pícara a mi furtivo cómplice.


Mientras salía de la tienda, pensaba en David, en cómo me había cambiado, en que antes de conocerle no me habría atrevido a hacer lo que estaba haciendo y sin sentirme culpable o terriblemente avergonzada. Así que cogí el móvil y lo llamé. Puede que lo hiciese fruto de el calentón que llevaba, no sé. Seguramente no me cogería el teléfono después de tanto tiempo...


domingo, 5 de agosto de 2012

UN POLVO EN LA DUCHA



Cuando oí correr el agua de la ducha empecé a imaginarme a Eva desnuda dentro de la bañera. En aquellos momentos deseaba estar allí para poder acariciar su piel y meter mis dedos en esos recovecos de su cuerpo donde aún no había podido entrar…


El caso es que mi pene se había puesto de nuevo a cien y comencé a tocarme imaginándomela... enjabonándose sus  deliciosos pechos… acariciando sus tiesos y duros pezones... sus hermosas y comestibles nalgas... el interior de sus muslos... para finalmente llegar a la entrepierna en donde se entrentrendía tocándose ,sin duda pensando en mi polla... entrando por su culo...

 
Allí estaba yo dándole  cuando un flash en forma de pensamiento me hizo abrir los ojos y exclamar:

-¿Es que soy  gilipollas? La tengo ahí a pocos metros de mí, desnuda y sin duda aún excitada y voy a malgastar la oportunidad con una simple paja.


Así que  me levanté y me dirigí al baño. Abrí la puerta y vi su silueta a través de la mampara. Me quedé un rato para ver que hacía. Mi corazón palpitaba pues no sabía si lanzarme o no y cómo iba  a reaccionar... Aún no tenía la suficiente confianza para permitirme el lujo de invadir su intimidad. Así y todo lo hice: corrí la mampara. Ella se dio la vuelta, sorprendida:

-¿Qué haces?
-Bueno aun nos queda tiempo antes de que desaparezcas y creo que tenemos que aprovecharlo.
-No sé, bueno pasa - me dijo sonriendo.


Eva mostró, o fingió, indiferencia dándome la espalda y siguió duchándose como si nada. Yo sabía que a una caricia mía se derrumbaría. Así que entré y empecé a acariciarle la espalda. Noté como se estremecía, suave, delicadamente.

Seguí acariciándola hasta que ella me cogió las manos y las puso alrededor de su cintura, para que la abrazase. Empecé a besarle la nuca y Eva tembló de placer. Mientras la besaba recorrí con mis manos su cuerpo
y lo enjabonaba... sus pechos, su vientre, su pubis... hasta llegar a las piernas… tal como me lo había imaginado en la cama.



Seguimos un rato así. Ni qué decir tiene que mi polla estaba dura y erecta. Tenía su culo delante de mí y yo se la restregaba  contra él. Pero Eva seguía haciendo sus cosas, sin inmutarse. Yo no me atrevía a atacar, deseaba volver a metérsela por el culo, aprovechando que el jabón se escurría por entre sus nalgas y sin duda su ojete estaría bien lubricado. Pero no sabía si ella querría. Así que esperé. Me costó, pues pensé que si seguíamos mucho tiempo así no iba a poder aguantar más y me correría.Tampoco era una idea que me desagradase, el poder correrme en sus nalgas... 





Debió de darse cuenta de la situación porque finalmente se dio la vuelta. Lo primero que miró fue  mi pene y cogiéndolo con las dos manos lo  manoseó a gusto, supongo que para asegurarse de que estaba  en perfectas condiciones y dispuesto a dar guerra de nuevo. Su cara demostraba en ese momento tanto deseo como la mía.La verdad es que unos manoseos más y me lo hubiese hecho en sus manos.



-Veo que tienes una gran capacidad de recuperación ¿eh?
-Eres tu, no soy yo, tu  haces que sea así.


Entonces nos fundimos en un beso rabioso, caliente y excitante porque el agua resbalaba por entre nuestras bocas. Ese beso fue la gota que colmó el vaso, no pude resirtir más y la cogí en volandas. 

Deseaba follármela ya, allí, de pie. Pero antes ataqué aquellos pechos que se ofertaban ante mi cara. Mordí con fruicción sus pezones, su cuello.


 

Mientras, buscaba la postura idónea para poder metérsela. Me resultaba un poco difícil , pero Eva colocó su pierna de tal manera que por fin mi polla pudo adentrarse en aquel coño que tanto deseaba. El que tuviese jabón facilitó que mi pene llegase rápidamente hasta el fondo, haciendo que Eva se estremeciese de placer a la vez que me comía la boca. Fuera ya de mí, comencé a darle con frenesí a mi cintura lo que la hizo exclamar:

-Despacio,despacio.



Así lo hice y me centré entonces en sacar y meter mi pene lo más  lentamente posible, acariciando con mi glande la entrada de su vagina para alargarle el placer. Noté que Eva ya no podía más…hasta que tuvo su primer orgasmo, acompañado de estremecimientos varios. Sabía que aún quedaban más por venir. Así que seguí. No sé cuántos tuvo pero el caso es que no nos despegábamos.


Hasta que Eva empezó a contraer sus músculos para darme esta vez más placer a mí.Yo quería aguantar así más tiempo, pero después de varios espasmos incontrolables me vino la corrida. Y puedo decir que fue una de las corridas más grandes que he tenido. Y no lo digo por la cantidad de semen, pues ya había agotado mucho con nuestro sexo anal, si no por la fuerza con que salió.

Pasados unos segundos Eva descabalgó y dándome un pequeño empujoncito me dijo:
- Bueno, ahora me voy a terminar de duchar ¿Vale?
-Si,- contesté, agotado y jadeante.


Así que salí del cuarto de baño y dirigiéndome a la cama me tiré en ella como un náufrago a una isla. No dejaba de pensar para mis adentros el qué tendría aquella mujer que siempre me dejaba tan extenuado…de placer.

Ya recuperado y mientras esperaba a Eva comencé a vestirme. Se estaba haciendo tarde.