domingo, 5 de agosto de 2012

UN POLVO EN LA DUCHA



Cuando oí correr el agua de la ducha empecé a imaginarme a Eva desnuda dentro de la bañera. En aquellos momentos deseaba estar allí para poder acariciar su piel y meter mis dedos en esos recovecos de su cuerpo donde aún no había podido entrar…


El caso es que mi pene se había puesto de nuevo a cien y comencé a tocarme imaginándomela... enjabonándose sus  deliciosos pechos… acariciando sus tiesos y duros pezones... sus hermosas y comestibles nalgas... el interior de sus muslos... para finalmente llegar a la entrepierna en donde se entrentrendía tocándose ,sin duda pensando en mi polla... entrando por su culo...

 
Allí estaba yo dándole  cuando un flash en forma de pensamiento me hizo abrir los ojos y exclamar:

-¿Es que soy  gilipollas? La tengo ahí a pocos metros de mí, desnuda y sin duda aún excitada y voy a malgastar la oportunidad con una simple paja.


Así que  me levanté y me dirigí al baño. Abrí la puerta y vi su silueta a través de la mampara. Me quedé un rato para ver que hacía. Mi corazón palpitaba pues no sabía si lanzarme o no y cómo iba  a reaccionar... Aún no tenía la suficiente confianza para permitirme el lujo de invadir su intimidad. Así y todo lo hice: corrí la mampara. Ella se dio la vuelta, sorprendida:

-¿Qué haces?
-Bueno aun nos queda tiempo antes de que desaparezcas y creo que tenemos que aprovecharlo.
-No sé, bueno pasa - me dijo sonriendo.


Eva mostró, o fingió, indiferencia dándome la espalda y siguió duchándose como si nada. Yo sabía que a una caricia mía se derrumbaría. Así que entré y empecé a acariciarle la espalda. Noté como se estremecía, suave, delicadamente.

Seguí acariciándola hasta que ella me cogió las manos y las puso alrededor de su cintura, para que la abrazase. Empecé a besarle la nuca y Eva tembló de placer. Mientras la besaba recorrí con mis manos su cuerpo
y lo enjabonaba... sus pechos, su vientre, su pubis... hasta llegar a las piernas… tal como me lo había imaginado en la cama.



Seguimos un rato así. Ni qué decir tiene que mi polla estaba dura y erecta. Tenía su culo delante de mí y yo se la restregaba  contra él. Pero Eva seguía haciendo sus cosas, sin inmutarse. Yo no me atrevía a atacar, deseaba volver a metérsela por el culo, aprovechando que el jabón se escurría por entre sus nalgas y sin duda su ojete estaría bien lubricado. Pero no sabía si ella querría. Así que esperé. Me costó, pues pensé que si seguíamos mucho tiempo así no iba a poder aguantar más y me correría.Tampoco era una idea que me desagradase, el poder correrme en sus nalgas... 





Debió de darse cuenta de la situación porque finalmente se dio la vuelta. Lo primero que miró fue  mi pene y cogiéndolo con las dos manos lo  manoseó a gusto, supongo que para asegurarse de que estaba  en perfectas condiciones y dispuesto a dar guerra de nuevo. Su cara demostraba en ese momento tanto deseo como la mía.La verdad es que unos manoseos más y me lo hubiese hecho en sus manos.



-Veo que tienes una gran capacidad de recuperación ¿eh?
-Eres tu, no soy yo, tu  haces que sea así.


Entonces nos fundimos en un beso rabioso, caliente y excitante porque el agua resbalaba por entre nuestras bocas. Ese beso fue la gota que colmó el vaso, no pude resirtir más y la cogí en volandas. 

Deseaba follármela ya, allí, de pie. Pero antes ataqué aquellos pechos que se ofertaban ante mi cara. Mordí con fruicción sus pezones, su cuello.


 

Mientras, buscaba la postura idónea para poder metérsela. Me resultaba un poco difícil , pero Eva colocó su pierna de tal manera que por fin mi polla pudo adentrarse en aquel coño que tanto deseaba. El que tuviese jabón facilitó que mi pene llegase rápidamente hasta el fondo, haciendo que Eva se estremeciese de placer a la vez que me comía la boca. Fuera ya de mí, comencé a darle con frenesí a mi cintura lo que la hizo exclamar:

-Despacio,despacio.



Así lo hice y me centré entonces en sacar y meter mi pene lo más  lentamente posible, acariciando con mi glande la entrada de su vagina para alargarle el placer. Noté que Eva ya no podía más…hasta que tuvo su primer orgasmo, acompañado de estremecimientos varios. Sabía que aún quedaban más por venir. Así que seguí. No sé cuántos tuvo pero el caso es que no nos despegábamos.


Hasta que Eva empezó a contraer sus músculos para darme esta vez más placer a mí.Yo quería aguantar así más tiempo, pero después de varios espasmos incontrolables me vino la corrida. Y puedo decir que fue una de las corridas más grandes que he tenido. Y no lo digo por la cantidad de semen, pues ya había agotado mucho con nuestro sexo anal, si no por la fuerza con que salió.

Pasados unos segundos Eva descabalgó y dándome un pequeño empujoncito me dijo:
- Bueno, ahora me voy a terminar de duchar ¿Vale?
-Si,- contesté, agotado y jadeante.


Así que salí del cuarto de baño y dirigiéndome a la cama me tiré en ella como un náufrago a una isla. No dejaba de pensar para mis adentros el qué tendría aquella mujer que siempre me dejaba tan extenuado…de placer.

Ya recuperado y mientras esperaba a Eva comencé a vestirme. Se estaba haciendo tarde.

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