jueves, 23 de agosto de 2012

SEXO SALVAJE CON... ¿SILVIA?



Me estaba preparando para salir. Había quedado para ir a cenar con Silvia, una  amiga con derecho a roce  a la que hacía un año que no veía. Vive en Madrid y todos los veranos se viene a pasar unos días por aquí. Es un poco pijilla así que esta vez me había puesto  corbata. Todo por un polvo. Sin duda una vez más acabaríamos en mi apartamento borrachos y con sesión de sexo salvaje. Una vez al año…

Hasta que sonó el teléfono. Era Eva. Hacía dos semanas que no sabía nada de ella. Después de nuestro caliente encuentro en el hotel le dije al despedirnos:

- Bueno. ¿El sábado a la misma hora?
- Casi mejor lo dejamos para el otro. No quiero que mi marido empiece a sospechar de mi repentino interés por dar paseos sola todos los sábados. Si eso ya te llamo.

Hasta ahora. Supuse que después de la experiencia le habrían entrado de nuevo  sus habituales remordimientos de mujer casada. La verdad es que ese día fue brutaL... sexo anal, ducha para dos…

Así que su llamada me pilló un poco desprevenido. De todas formas contesté:



- Hola Eva. ¿Qué tal?
- David, ¿estás muy liado, podríamos vernos ahora?
- La verdad es que estaba a punto de salir.
 - ¿Estás en casa? 
Serán solo diez minutos. Necesito verte.
- Bueno, venga.

Le di mi dirección y esperé. Estaba un poco extrañado por la ansiedad de Eva. Pensé que igual le habría pasado algo con su marido. Sonó el timbre.

Cuando abrí la puerta Eva me besó en la mejilla. La acompañé al salón y nos sentamos en el sofá.

-¿Corbata?, ¡qué elegancia!
-Bueno. ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta urgencia en verme?
-Necesito contarte una cosa que me pasó hoy.

Eva comenzó a narrarme con todo lujo de detalles la aventura del supermercado, todas las guarrerías que  había hecho con aquel vigilante. Yo la miraba con creciente interés. La verdad es que me excitó mucho su relato y la forma de contarlo.


Se levantó y me pidió que me pusiera detrás suyo. Así lo hice. Cogió mis manos y las puso en su entrepierna acercando su culo a mi paquete mientras me explicaba cómo el vigilante metió su mano por debajo de las braguitas. 


Ella empezó a hacer lo  mismo conmigo, sobando mi culo y mis muslos… De pronto dirigió su mano hacia mi paquete y comenzó  a magreármelo, mientras me contaba cómo con esto había puesto a cien al guardia. El que se puso a cien fuí yo. Después de esto se calló y dándose la vuelta me miró con cara de deseo a la vez que se quitaba el vestido quedándose solo con las braguitas puestas. Aprovechando que la estaba mirando me dio un empujón que me hizo caer sentado en el sofá. Eva se puso de rodillas delante de mí,me bajó la cremallera del pantalón y metiendo su mano  sacó mi polla, debo decir que con bastante dificultad pues estaba muy empalmado. Empezó a chupármela.


-Espera, espera- le dije.
-¿Qué pasa?
-No sé si debemos seguir Eva, esta noche tengo una cita y no quisiera…

Eva hizo como si no me oyera, cogiendo mis manos me obligó a levantarme y se dirigió hacia la habitación.

-Eres un maleducado, no me has enseñado tu casa. Vamos a ver qué hay aquí. Ummm bonita cama.

Volvió a agacharse pero esta vez para desabrocharme y quitarme los pantalones. Yo me resistí... como pude.

-David, estoy muy, muy caliente. No puedes dejarme así.


Me empujó tirándome encima de la cama.


Coqueta, sensualmente se fue quitando las bragas hasta quedar completamente desnuda. Se subió a la cama y se puso a horcajadas mía, con el coño delante de mi cara.

-Si no quieres follar al menos alíviame.

Allí lo tenía, a escasos centímetros de mi boca. Lo veía hinchado y húmedo. Y olía a hembra. Así que me tiré a él sin contemplaciones.


Eva empezó a emitir delicados gemidos. Al meterle la lengua hasta el fondo dio un respingo. Esa fue la señal.Empezó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás frotando su coño contra mi boca, sin piedad. La vista que tenía delante de mí era tan excitante que empecé a masturbarme.


Entonces Eva se dio la vuelta y cogiéndome el pene con ambas manos empezó a chupármelo como siempre lo hacía ella, con el frenesí de una colegiala comiéndose un caramelo. Los dos nos entregamos a un 69 en toda regla.
 
Cuando empecé a lamer y morder su excitado clítoris Eva  perdió el control y empezó a gemir fuertemente.Se notaba que venía muy caliente pues enseguida se puso a cien. Succionaba mi polla con su boca emitiendo un singular ruido, como el de una ventosa. No sé cómo podía seguir chupándomela, notaba que casi no podía respirar.


Por entonces yo estaba disfrutando de los deliciosos jugos del coño de Eva... salados, calientes y viscosos. 

La verdad es que estaba un poco agobiado pues pensaba en mi cita. Ya llegaba tarde. Y no sabía en qué condiciones me presentaría después de esto. Pero me abandoné al placer. 

Incluso el recuerdo de Silvia hizo que empezase a fantasear con ella, pensado que aquel coño y aquella boca que me la estaba chupando eran suyas.

Así seguimos un rato hasta que por fin noté que a Eva le estaba viniendo un orgasmo pues se aceleraba cada vez más. Lo ideal de un 69 es que los dos se corran a la vez. Así que me dejé llevar. 

Sentí que mi líquido ya estaba a punto de salir... en dirección a su boca, cosa que me excitaba mucho, pues me encanta correrme en la boca de las chicas y más si se lo tragan. Pero justo en ese momento noté con angustia y desencanto que Eva se la sacaba, limitándose a seguir meneándomela. Así que mi semen salió disparado... hacia mi barriga. Lo noté caliente y viscoso. Me decepcionó, la verdad.


Eva se corrió también, pero tuve que seguir comiéndoselo pues ella aún no había acabado. No sé cuántos orgasmos tuvo hasta que por fin se dio por satisfecha. Agotada se tiró a mi lado. Después de algunos segundos se incorporó sobre mí y mirándome dijo:


-¿Te ha gustado?
-Ha sido fantástico, pero me ha faltado algo.
- ¿El qué?
- Me hubiese gustado que siguieras chupándomela hasta el final.
-Ufff. La verdad es que me da un poco de repelús.
-¿Lo has probado alguna vez?
-No. Tampoco me hace falta hacerlo para saber que no me gusta.
-Bueno al menos, espero que se te haya pasado el calentón
-Ja,ja,ja. Y no sabes tú qué bien me he quedado.

Eva siguió riéndose mientras se levantaba para ir a vestirse. Al acabar se acercó y me dio un beso.

 
-¿No tenías una cita?
-Ufff. Mira la que has armado. Tengo que volver a ducharme.
-Bueno, ¿pero mereció la pena, no?
-Sí, claro.

Cogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta. Yo grité:

- Espera Eva. ¿Cuándo  volvemos a vernos?
- Este sábado.
- ¿Dónde siempre?
- No. Aquí. Para qué vamos a perder el tiempo. Solo tenemos dos horas.
- De acuerdo.
- Chao, guapo. Y espero que para entonces me cuentes lo que has hecho con esa chica.


Abrió y se fue, dejándome tirado en la cama y preguntándome si después de todo esto iba a poder con una sesión nocturna de sexo salvaje.

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