Después de mi encuentro con David, pienso en lo que me ha dicho. Realmente no me gusta el sabor del semen, se que a ellos les excita mucho que te lo tragues, pero nunca lo he hecho y creo que no lo haré. Supongo que se ha sentido algo decepcionado por eso, pero creo que todo lo demás que hacemos lo compensa. Así que dejo de darle vueltas y me meto en el coche para regresar a casa, supongo que mi marido se estará preguntando donde me he metido, salgo a comprar y me paso todo el día por ahí. Pero está acostumbrado a mis ausencias cada vez más frecuentes.
El
día siguiente voy a trabajar, me levanto con un halo de tristeza por la
indiferencia de mi marido, pero afronto el día con optimismo. Si él no
quiere ver lo que tiene delante, problema suyo, yo no le voy a estar
esperando. Puede que todo lo que me está pasando últimamente, mis
cambios, mis relaciones furtivas con David, sea por que me estoy
encontrando a mí misma, por que está surgiendo de nuevo la mujer que
había estado dormida durante tantos años... pendiente de la casa, de los
niños y de mi marido. Ahora vuelvo a ser yo, una mujer madura pero con
mucho que ofrecer y me siento tan bien...
Después
de trabajar decido ir a comprarme ropa algo sexy para el sábado, me
dirijo a una tienda de lencería que conocía pero a la que nunca he
entrado. Detrás del mostrador un hombre, cosa que me pareció curiosa
por que suelen ser mujeres, era muy agradable.
- Hola, quiero ver lencería sexy, ¿tienes algo?
-
Claro, pero te digo una cosa, una mujer como tú no necesita ponerse
nada especial, seguro que con cualquier cosita estas tremenda.
-¿Puedo probarlo?
-Claro, pasa al probador.
Según
entro en el probador se me viene a la cabeza una idea, ¿y si le digo
que me ayude? No, es demasiado fuerte, esas cosas solo pasan en las
películas.
El
conjunto es espectacular y por una vez decido no mirar el precio. Pero
al querer desabrocharme el sujetador no soy capaz, algo se me enganchó.
-¿Estas bien?- Me preguntó el dependiente.
-Bueno, no se que ha pasado, no soy capaz de desabrochar esto....
El corazón se me acelera, ¿que viene? Supongo que estará acostumbrado a estas cosas.
Siento como se abre la cortina detrás de mí, y le veo entrar a través del espejo. Veo como se queda mirando mi espalda.
- Mmmmm, preciosa espalda.
- Mira a ver, no se por que no puedo desabrocharlo.
Me
quedo esperando a que me ayude, siento sus manos calientes posándose en
mi espalda muy despacio y cómo manipula el cierre del sujetador con delicadeza extrema. Entonces lo desabrocha, pero no se retira,
se queda con las manos en mi espalda como si quiera quedarse pegado a
ella.
-Ejem, bueno ya está, dijo.
En el espejo pude ver cómo se ruborizaba, seguramente sorprendido por el pensamiento que le cruzó la cabeza. Se dio media vuelta y se fue.
Acabé
de vestirme, me di cuenta de que una sonrisa insconciente se dibujaba
en mi cara, pienso en los motivos por los que últimamente me pasan estas
cosas, antes no era así. Pero lógicamente tenía una explicación. Soy
yo, irradio sexualidad sin quererlo y eso atrae las miradas, los hombres
lo notan.
Me
despedí con un "gracias" y una gran sonrisa, y él me la devolvió.
Cuando salía de la tienda noté sus ojos clavados en mí, casi podía adivinar lo que estaba pensando, no era muy difícil.
Cuando salía de la tienda noté sus ojos clavados en mí, casi podía adivinar lo que estaba pensando, no era muy difícil.
Llego a casa y veo de nuevo a mi marido al ordenador,
-Hola.
Recibo el silencio por respuesta. Es tarde, me voy a la cama. Dios, que ganas tengo de que llegue el sábado.
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