lunes, 16 de julio de 2012

¿SEXO ANAL? ¡SÍ!


Me despedí de él aún sintiéndole dentro de mí, aún sintiendo sus labios recorriendo mi cuerpo y mi boca. Sintiéndome mal por como le había tratado, ¿por qué he sido tan borde?, yo no soy así. No paraba de preguntarme lo mismo y llegué a la conclusión de que al final había hecho bien, aunque me había resultado muy duro hablarle así.

Sentía unas ganas terribles de llamarle para quedar antes del sábado, pero no quería ser demasiado fácil, me gustaba ponerle las cosas difíciles.

Por primera vez en mi vida estaba haciendo lo que yo quería, por primera vez tenía un hombre como él que solamente quería follar, sin ataduras, un hombre que se dejaba hacer y que, de momento, me seguía el rollo.

A veces tenía la tentación de ponerme en su lugar y me sentía culpable, pero no, tengo que mantener las distancias. No quiero involucrarme demasiado con él, esta relación tiene que ser así o si no, no podrá ser. Puedo meterme en un gran lio si no es de esta manera.

Esperaba ansiosa que llegase el sábado, cuando llegó el momento y acudí a la cita, le vi de lejos, alli esperando por mí. Lo primero que pensé fue ¿realmente ese pedazo de tío está esperando por mí? ni yo misma me lo creía aún.


Me había preparado muy bien para ese momento, mi mejor ropa interior, mi vestido más sexy  y sobre todo unas ganas terribles de estar con él.
Cada paso que me acercaba a él, era como recorrer un kilómetro, en mi interior algo me decía que no fuera, que le diera plantón y me olvidara de esta historia. Pero de nuevo decidí hacer caso a mi instinto y no a mi mente.

Me colocaba el pelo, el vestido, ¿estaré bien?, ¿no será demasiado? ¿va a pensar que soy un putón? y seguía caminando. Entonces se giró, me vió y me sonrió.

Todos mis miedos desaparecieron con esa mirada, no puedo explicar cómo, pero sólamente con mirarme me excitaba, y no podía pensar en nada más.

Me acerqué él despacio, mirándole a los ojos y sonriendo, supongo que se me podía ver lo que estaba pensando. Cuando llegué a su lado me cogió por la cintura, me acercó a su cuerpo y me besó. Sin decir nada, el contacto de nuestro cuerpo ya lo decía todo.

-Hola preciosa.
-Hola guapo, quiero pedirte disculpas por...
-No te preocupes, se lo que vas a decir, no te lo he tenido en cuenta, se que para ti esto no es fácil, y es mejor así, mantener una cierta distancia. Yo tampoco quiero perder la cabeza por ti, aunque la verdad es que me lo estás poniendo muy difícil ...
-Vale, creo que los dos tenemos las cosas claras, así que ¿dónde vamos?
-De momento vamos a el coche y déjate llevar ¿vale?

Nos metimos en el coche, recorrimos media ciudad, no tenía ni idea a donde me llevaba. Paramos delante de un hotel, que la verdad ni siquiera sabía que existía.

Entramos y pedimos una habitación. Cuando subíamos, en el ascensor, me cogió la mano y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Llegamos a la habitación y al cerrar la puerta le abracé para sentir su calor, él me acariciaba la espalda. Levanté la cabeza y le besé, el roce de su lengua con la mía, me excitó y noté cómo a él también, notaba cómo su estrepierna  crecía y se ponía dura.

Me separé de él y me di la vuelta, caminé por el pasillo consciente de que me miraba, me desabroché el vestido y lo dejé caer mientras andaba. Dejé a la vista, mi ropa interior y mis medias con liguero. Sentía sus ojos clavados en mi culo y eso me ponía a cien.
Me senté en la cama y le esperé. Cuando llegó a mi lado se paró delante de mí, acariciándome el pelo, le desbroché el pantalón, despacio, sin prisa, y se ofreció a mi boca, grande y esplendoroso, como siempre.


No me pude resistir a besarle, su polla parecía tener vida propia, me encantaba ver cómo le excitaba, sentir cómo me desaba era todo un lujo.

La besaba y la chupaba con ansiedad, mientras oía sus gemidos y me agarraba la cabeza para que no me escapara. Entonces me puse de pie, y le arrañé el pecho suavemente con mis uñas, mi boca estaba sedienta de la suya y de nuevo nos fundimos en un beso.
Entonces me dí la vuelta y me puse a cuatro patas encima de la cama. Se puso detrás de mí, y me acarició el culo, lentamente, disfrutando de la vista. Me besó la espalda bajando poco a poco hasta los muslos.


Metió la mano debajo de mis braguitas, rozando levemente mi clítoris, lo que me hizo dar un pequeño gemido, despacio me las quitó. Mientras me seguía besando con sus manos recorría mis puntos más erógenos, los pezones, las piernas, y sobre todo el culo.

 
Despacio empezó a acariciarme y a meterme despacito los dedos, me encantaba pero yo sólo podía pensar en que me metiera su polla, así que le terminé de bajar la ropa interior y se la cogí, para que me la metiera.

De repente se me ocurrió, nunca lo habia probado, ¿y si lo hacemos por detrás? Di por hecho que a él le gustaría, asi que me mojé los dedos con saliva y humedecí mi agujero.


Él me entendió perfectamente y empezó a metérmela poco a poco, para que no doliera, mmmm, nunca pensé que se podía sentir tanto placer con sexo anal.

Entraba despacio, sin prisa, con suavidad,mmmmm qué fuerte. Me excitaba tanto...empecé a tocarme el clitorís mientras él me penetraba por detrás, no podía creer lo que estaba sintiendo. Tanto placer.


Oía sus gemidos, y sentía sus manos nerviosas recorrer mi espalda. Los dos empujabamos fuerte, firme, para que entrase del todo. No sé cuantos orgasmos tuve, pero sé que fueron unos cuantos, no podía parar de correrme.

Cada vez le notaba más fuerte, más grande dentro de mí, y en el momento en él que se corrió en mi ano, fue alucinante. Le sentí derrumbarse sobre mi espalda, exausto, sudoroso, y con la respiración agitada, y me encantaba. Notaba como su esperma bajaba por mis muslos, caliente, y no quería moverme.

Pero acerté a decir,¡ Guau!, y los dos nos echamos a reir.

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