Cuando ella se sentó a los pies de la cama y comenzó a
bajarme los pantalones empecé a darme cuenta de dónde me había metido de nuevo.
Allí estaba otra vez
con Eva, aquella mujer desconocida que se disponía a chuparme la polla. ¡Y
cómo lo hacía! Lo hacía con tal ansiedad que
en algún momento pensé que mi miembro iba a desaparecer en su boca como
si fuese un caramelo.
La veía tan extasiada… que hasta me daba un poco de miedo. De vez en cuando me miraba con cara de niña golosa y me daba cuenta de que se lo estaba pasando como nunca. Yo también, debo decirlo.
La veía tan extasiada… que hasta me daba un poco de miedo. De vez en cuando me miraba con cara de niña golosa y me daba cuenta de que se lo estaba pasando como nunca. Yo también, debo decirlo.
Experta en el arte de dejar las cosas sin dar explicaciones se levantó , me besó y manoseó todo lo que
quiso, hasta que se dio la vuelta y se puso a cuatro patas sobre la cama
mostrándome su hermoso culo. No era un gran culo, exuberante o carnoso, no , era un
culo que en la calle pudiera pasar por normalito, pero
sabía cómo ponerlo para conquistar a un hombre.
Comprendí sus señales de acércate y comémelo. Así lo hice, me acerqué y comencé a bajarle las bragas para poder hacerlo a gusto. Las bajé lo suficiente hasta poder ver ante mis ojos aquellas apetitosas nalgas. Con sutiles movimientos Eva me dejaba ver o me escondía su apetitoso coño y su ano, al que veía por primera vez.
Comprendí sus señales de acércate y comémelo. Así lo hice, me acerqué y comencé a bajarle las bragas para poder hacerlo a gusto. Las bajé lo suficiente hasta poder ver ante mis ojos aquellas apetitosas nalgas. Con sutiles movimientos Eva me dejaba ver o me escondía su apetitoso coño y su ano, al que veía por primera vez.
Paseé mi mano por ellas, bajando después hacia la entrepierna
, tocando ligeramente su clítoris para ver en qué punto de excitación estaba.
Miraba aquellos labios, húmedos e hinchados por el deseo, y mi cabeza sólo pensaba en atacar como un
jabato aquella deliciosa entrada que se me ofrecía de nuevo, cuando de repente Eva se bajó del todo las bragas y cogiéndome la polla acercó a su trasero hacia
mí.
Creí que iba a introducirlo en su coño, pero no, para mi sorpresa mojó con saliva su ojete y dirigió mi miembro hacia él.
Creí que iba a introducirlo en su coño, pero no, para mi sorpresa mojó con saliva su ojete y dirigió mi miembro hacia él.
Debo confesar que mi experiencia con el sexo anal además de escasa siempre ha sido poco placentera. Las pocas veces que intenté practicarlo la cosa salió bastante mal, bien por mi falta de tacto o bien por el rechazo de aquellas mujeres a realizarlo. Por eso me sorprendió que Eva estuviera dispuesta a no sólo a hacerlo si no que ella misma tomase, como casi siempre, la iniciativa.
Sin necesidad de ponernos de acuerdo nuestros movimientos se sincronizaron perfectamente. Primero fuí introduciéndo suavemente mi glande, intentando dilatar su esfinter, para así no producirle daño. Ella hacia movimientos circulares con su cadera a la vez que empujaba hacia mí sus nalgas para facilitar la entrada. Al principio íbamos con mucha cautela, pero a medida que vimos que el glande se había introducido sin problemas, el meter todo el pene fue mucho más fácil.
En ese momento la cosa se tornó
incontrolable, el placer de sentir mi miembro dentro del trasero de Eva no lo puedo describir. Creo que a ella le pasó lo mismo pues tuvo varios
orgasmos seguidos. Dios, cómo me excitaba verla así, ¡gimiendo porque se la
estaba metiendo por el culo…! Hasta que ya no pude aguantar más. Mi corrida puedo decir que fue fabulosa, larga, incontrolable…acojonante. Eva se
estremeció en un último orgasmo.
Los dos, agotados, nos caímos sobre la cama. Yo estaba
encima de ella, dejé que mi polla fuese perdiendo su erección dentro de su ano,
que mi semen lo inundase, para que Eva lo sintiera allí dentro, calentito… Su esfinter producía ligeros espasmos y apretaba el tronco de mi pene, como queriendo que aquello no saliese de allí.Noté que el esperma ya rezumaba por sus nalgas y llegaba hasta las piernas.Entonces la saqué. Eva emitió un gemido que acabó en un profundo suspiro. Besé su espalda y
me miró. Los dos nos reímos.
- Guau.
- Guau.
-¿De nuevo lo habías reservado para mí?
-Claro.No puedo fallar.
Se giró, mirándome a los ojos
-¿Sabes, es la primera vez que hago esto?
-¿Y qué te ha parecido?
-Brutal.
-¿Habrá que repetirlo, no?
-No lo sé, ya veremos.
-Aún nos queda una hora.
-Justo para darme un bañito y salir pitando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario