sábado, 30 de junio de 2012

LAS BRAGAS DE EVA



De nuevo llegué a casa hecho polvo. No sabría situar las cosas que me habían pasado aquella tarde.
Sólo recuerdo aquellas manos recorriendo de nuevo con frenesí mi cuerpo y aquella boca que era capaz de besar como nadie.
  
Cuando enfilé mi coche hacia las afueras tal como me pidió ella, mi mente estaba elucubrando qué paso sería el siguiente. Lo primero buscar un sitio discreto e íntimo, un descampado. Conocía algunos, pero a esas horas sin duda estaría abarrotados, así que me dirigí al de la playa.


Por el camino no nos dijimos nada. Ella me miraba de vez en cuando y sonreía. Yo seguía hipnotizado mirando sus piernas y las braguitas que ella se ocupaba  de mostrarme de vez en cuando, haciendo como que se ajustaba la falda. 

Tenía las piernas separadas y… mi cabeza empezó a funcionar, me imaginaba su coñito peludo y sabroso  debajo de aquellas braguitas, allí al alcance de mi mano.


Su silencio hizo que reprimiese las ganas de acercar a mi mano y empezar a acariciarle sus muslos, su entrepierna, sin duda caliente y suave…


Me hice una película imaginado la escena… aparcaría y me tiraría a ella sin dejarla reaccionar, me comería su boca, estrujaría sus pechos salvajemente, le quitaría las bragas y la sentaría encima de mí, para poder penetrarla por detrás...

Noté que de vez en cuando me miraba, debía saber lo  que estaba pensando porque a veces miraba hacia abajo, contemplando mi paquete que en esos momentos estaba rabiosamente abultado.

Al fin llegamos. Apenas hube frenado sentí cómo me cogía por el brazo y se abalanzaba hacia mi boca. Casi no pude reaccionar. Sus labios se comían mi lengua sin respiro. Después ya no sé bien lo que pasó.


Recuerdo que empezó a quitarme la camisa y a besar mis pechos ,bajando hasta la barriga donde se entretuvo mordisqueando mi ombligo. Era la primera chica que me hacía tal cosa.


No sé cómo lo hizo pero me tuvo completamente a su merced desde el momento que me sacó la polla y comenzó a chupármela de una manera tan… convicente.  Pensé que todo iba a quedar en una gran mamada, allí en aquel aparcamiento.


Me sentí como un adolescente al que por primera vez su novia se la toca y se la chupa. Creí que iba  acorrerme pero ella de repente se retiró dejando mi miembro abandonado y hambriento. Se levantó y volvió a su asiento.

De nuevo pensé que todo había acabado allí. Estaba muy molesto porque ni siquiera aquello  había acabado en un corrida. Pero cuando vi que se estaba quitando las bragas supe que aún faltaba lo mejor.De nuevo se puso a horcajadas y con gran dominio cogió mi polla y la guió hasta metérsela, suaaaaaavemente.

Aquella vagina sabía cómo tratar a un pene. Con delicados movimientos de cadera Eva consiguió dominarlo por entero. Sus labios lo succionaban una y otra vez. Mi glande pedía socorro a gritos. Nunca pude imaginar tal placer.


Cuando ya no pude más me abalancé sobre ella y comencé a besarla, con violencia, como no queriendo que aquello se acabase. Pero sus movimientos y sus jadeos anunciaron un cercano orgasmo, así que me excité y…. ambos conseguimos corrernos a la vez.

En esos momentos no existía ya el mundo para mí. Allí estábamos los dos gritando y jadeando como animales, intentando alargar los más posible aquella explosión de placer. Intenté aguantar, hasta que ella dejó de tener aquellos pequeños espasmos que delataban sus orgasmos finales.

Nos quedamos en esa postura un buen rato ,abrazados, agotados, sin decirnos nada, no podíamos separarnos. El sudor de nuestros rostros se mezclaba cuando con nuestros labios apurábamos los últimos besos.

Eva se levantó y volvió a su asiento. Como toda mujer previsora sacó unas toallitas del bolso y se limpio la entrepierna. 

El interior de su muslo rezumaba el líquido espeso y pegajoso de mi semen.
-  Vaya, parece que estabas a tope.
-  Y que lo digas, me he estado reservando para este momento.
- Se agradece.

Me tendió una toallita para que yo me limpiarse. Mientras lo hacía ella se ajustó las medias y el vestido. Se puso los zapatos que se había quitado en medio del frenesí.
- Ya es tarde, dijo. Vámonos.
-¿ No quieres tomar algo? Hay un bar aquí cerca.
-  Bueno rápido,  tengo que ir a casa a ducharme antes de que vuelva mi marido.
- Está bien.

Arranqué el coche y me dirigí a una especie de merendero cercano. Notaba a Eva un poco nerviosa y apagada. Supongo que sería por el “terremoto”. Nos fuimos a una mesa algo apartada.

-Qué te pasa, te noto algo nerviosa.
- Bueno si te digo la verdad es la primera vez que me voy a tomar algo con un chico… desconocido.
-¿Desconocido? ¿Te parece poco después de lo que hemos hecho?
- Sí, pero sigo sin conocerte.
- Bueno, eso tiene fácil arreglo, quédate conmigo esta noche y así…
- Ya te he dicho que tengo cena.
- Al menos…¿Pensarás en mí?

- Creo que no podré evitar hacerlo. Desde que te conocí en aquel bar no he hecho otra cosa.
-Yo también.
-No seas embustero. Un chico como tú no creo que pase "hambre".
- Sí pero tú me haces sentir algo que nunca había experimentado. He follado con muchas chicas. Pero ninguna como tú.
-Se agradece. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo.
-¿Con cuántos hombres lo hiciste?
- ¡Qué te importa!
-¿No dices que quieres que nos conozcamos?, pues habrá que empezar por ser sinceros el uno con el otro.
-Sólo lo hice con mi marido.
-¿No jodas! Es imposible, esas cosas que me haces, cómo las haces, no es de una principiante.
-Sí, pero el que sólo haya follado con un hombre no quiere decir que me monte mis fantasías.
- ¿Quieres decir que estás practicando conmigo?¿Que estás llevando a cabo tus fantasías sexuales conmigo?
-La verdad…sí.
-Pues te mereces más que un aprobado. Quisiera que siguieras haciéndolo…
- No lo sé… ya veremos, tengo muchos candidatos, muchos conocidos que se mueren por acostarse conmigo.
- Pero no son como yo.
-Eso ya lo sé. Bueno, ahora sí que tenemos que irnos.

Volvimos al coche y cuando se puso a abrir la puerta la abracé por detrás e intenté besarla pero Eva me quitó de encima con un contundente empujón.
-No te pases. Ya has tenido tu ración.
-Sólo quería darte un beso.
-Ya no.


Contrariado me subí al coche y volvimos a la ciudad. Tampoco nos dijimos nada. Eva estaba muy seria. No pensé que se fuera a tomar tan mal lo del abrazo. En fin, mujeres, pensé.

La dejé de nuevo en el banco. Al marchar ella me dijo escuetamente:
-El sábado aquí, a la misma hora.


Y se fue sin mirar  atrás. Al arrancar me fijé en que había algo en el suelo del coche. Me agaché para recogerlo y vi que eran sus bragas de encaje. Allí estaban,  las hermosas y excitantes braguitas negras de Eva. Ufffff. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario