martes, 30 de abril de 2013

EL SÁBADO EMPEZÓ BIEN


Después de recibir el mensaje de David, me quedé un poco molesta, la verdad. ¿Por que no quería verme este fin de semana? ¿Se estará cansando de mi? Intenté no darle demasiada importancia, pero sabía que mis palabras en nuestro ultimo encuentro le habían hecho daño. Seguramente pensaba que me estaba colgando demasiado de él y quería poner un poco de espacio. 

La verdad es que yo también, después de pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que no podía ponerle puertas al campo, esta relación era así y no podía esperar nada más. De momento me conformaba con eso. Así que no le di más vueltas. Por este fin de semana  me iba a tomar tiempo para mí y para poner mis ideas en orden.


Cuando llegué a casa el sábado por la mañana me sorprendió ver que mi marido estaba allí.

-Hola, ¿es que no trabajas hoy?
- No, he pedido el día libre.
- ¿Y eso? 
-Mira cielo, ultimamente me he dado cuenta de que te tengo abandonada, no quiero que nuestra relación siga así, necesito recuperarte. He reservado una habitación en un hotel rural, sólo para nosotros, para recuperar el tiempo perdido.

Me quedé en blanco, no me lo esperaba, ¡bendita coincidencia!, si hubiera quedado con David, ahora tendría un problema.

-¿No dices nada?
-Vaya, me dejas muy sorprendida, ¿por qué no me dijiste nada?
-Quería darte una sorpresa y por tu cara creo que lo he conseguido.

Me dejé caer en sofá, lo pensé unos segundos.

-Vale, no tengo nada que hacer y me apetece salir de la ciudad.

En su cara se dibujó una gran sonrisa como de un niño que acaba de abrir sus regalos de navidad. Le vi tan ilusionado que a mi también empezó a ilusionarme la idea.

-Vale, salimos sobre las cinco, para llegar a la hora de la cena. Ponte guapa.

Guau, qué sorpresa. Empecé a preparar la bolsa y decidí ponerme el conjunto de encaje negro que había comprado para David, seguro que así le sorprendería.

Cuando ibamos en el coche hablamos de muchas cosas, el día era perfecto, un sol radiante y la primavera floreciendo a cada paso. Tenía la sensación de haber retrocedido veinte años atrás, cuando no teníamos hijos y nos ivamos por ahí los dos solos.

Me dijo que estaba muy cambiada y que eso le había hecho recapacitar, estaba muy agobiado con el trabajo y no quería preocuparme y me echaba de menos.

-Echo de menos que me abraces y que me hagas cosquillas por la espalda, no sabía que me gustaba tanto tenerte cerca.A veces no apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

Yo sonreí, me gustaba tanto verle tan feliz, como siempre era, risueño y despreocupado.

Llegamos a una pequeña casa rural situada en un valle precioso, muy verde y rodeada de montañas. Estaba muy apartada de todo.

Cogimos las maletas y entramos, nos llevan a la habitación y veo encima de la cómoda un ramo de rosas rojas con una nota. "Para la mujer de mi vida, tan preciosa y sexy como siempre. Te quiero,Ángel"

El corazón casi se me salía de el pecho, nunca había hecho algo tan bonito por mí.

Me abrazó por la espalda, podía notar su aliento en mi nuca, me besó en el cuello. Me giré y le miré a los ojos, los tenía encharcados en lágrimas, le acaricié la mejilla con los nudillos y le di un dulce beso en los labios.

Me abrazó como si no quisiera soltarme nunca más, y me besó. Ese beso me hizo acordarme de David, y a la vez recordar como era el hombre que llevaba a mi lado veinte años, y darme cuenta de que en realidad le seguía queriendo. Nos fundimos en un beso caliente y suave y mis entrañas se encendieron , le deseaba y eso me sorprendió. Pensaba que ya no podría sentir eso con él.

Empecé a besarle el cuello suavemente  y mirándole le desabroché la camisa.

-Bueno, será mejor que aprovechemos el tiempo ¿no?

Esbozó una sonrisa, me cogió en volandas y me tiró encima de la cama, nunca le había visto tan excitado conmigo. 

Se quitó la camisa  y vi que aún seguía siendo ese hombre guapo y varonil del que me enamoré. Se puso encima mío a horcajadas y me subió la falda, se recreó en el encaje de mi ropa interior, nunca me había visto algo así,y comenzó a besarme la barriga, sus manos recorrían mis pechos y mi cuello, mi cuerpo se contoneaba y se estremecía a cada beso. Sentir sus labios de nuevo en mi cuerpo fue como volver a empezar. Como si nos acabáramos de conocer.


Me desnudé despacio, dejando que me mirara, -Precioso- dijo. Entonces nos abrazamos, los dos desnudos encima de la cama, sintiendo la piel del otro sin pensar nada más que en ese contacto, sintiendo nuestro calor.

Le noté duro en mi cadera y eso me excitaba mucho, le acaricié la espalda suavemente como a él le gusta y de su garganta salió un pequeño gemido de placer.Mi cadera se movía arriba y abajo, pidiendo desesperadamente que el estuviera dentro.


Entonces se incorporó, se me quedó mirando y suavemente entró en mi, despacio y hasta el fondo, facilmente.
No pude evitar soltar un quejido profundo.
Le agarré la cadera con mis manos y  le marqué el ritmo, el se mantenía encima mío con los brazos estirados, mirándome. 

Yo podía ver su expresión lasciva, mordiéndose el labio y cerrando los ojos unos segundos.

Le empujé hacia mi, adelante y atrás, más fuerte, más profundo. Mis piernas se abrían cada vez más para dejar espacio, era tan placentero tenerle dentro....


Mis manos agarraban fuerte sus caderas y cada vez más rápido le movía, más y más, tuve un orgasmo y otro y otro, no sé cuantos. 

Realmente estaba gozando de verle así, entonces se corrió, le sentí como se estremecía y se derramaba dentro de mí, su líquido caliente rebosaba. 

Cayó exhausto sobre mí, me besó y dijo "Dios, como te echaba de menos" me pasó la mano por el pelo y me dio un beso en la frente. 

Nos quedamos abrazados encima de la cama no sé cuanto tiempo, la verdad es que ni siquiera me acordé de David, hacía mucho que no me sentía así, y de nuevo empezaba a sentir que mi matrimonio podía tener arreglo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario