Aquel viernes tendría que trabajar hasta muy tarde. Había quedado
con Eva que le dejaba la llave del piso debajo de la alfombra pues no sabía a
qué hora llegaría. Por nada del mundo me perdería el reencuentro con ella.
Me metí en la cama nada más llegar.
Al poco me dormí. No sé cuanto tiempo había pasado cuando oí cómo se abría la
puerta de mi habitación y pude vislumbrar cómo Eva se miraba en el espejo… colocándose sus braguitas, la única vestimenta que llevaba puesta. Me hice el dormido pero no pude evitar que mi polla se
pusiera tiesa.
Cuando sentí que cogía mi pene con suma delicadeza a la vez que con su lengua lamía mi glande... ya no pude más. Cogí su cabeza y apretando la obligué a que se la metiera en la boca y empezara a chupármela,
no quería que parase. Estaba en el paraíso.
Seguramente lo notó y antes de que pudiera correrme en su boca se libró de mi presión y poniéndose ágilmente encima de mí cogió mi pene y se lo metió en el coño, comenzando a cabalgarme de esa forma que solo ella sabe hacer. Cómo había
esperado aquel momento.
Después se dio la vuelta poniéndose frente a mí. Yo me senté para poder follarla más a
gusto. Allí la tenía, delante de mí con aquella expresión de éxtasis que tanto
me ponía. Sé que le encantaba mi polla y estaba orgulloso de poder darle tanto placer. Sentí cómo
Eva se corría sin esperarme, así que yo también me abandoné al placer…y me corrí
dentro de ella. Llevaba dos semanas esperando hacerlo.
Cuando nos tiramos exhaustos la miré a la cara y le dije:
-Hola preciosa, te echaba de menos.
Eva sonrió y abrazándome me dio un beso de tornillo, sin
fin. Era su manera de decirme que ella también me había echado de menos.
Después, como una niña con su muñeca, cogió mi flácido pene y empezó a juguetear con él mientras me hablaba. Estuvo un buen rato contándome lo que había hecho y los aburridas que habían sido sus navidades. Me hacía gracia pues no me miraba a mí, estaba
completamente astraída manipulando mi pene. A mí me gustaba aquello. De hecho poco a poco consiguió que se pusiera tieso de nuevo.
-¿Y tú que has hecho, a quién te has tirado? Me dijo.
-Joder, vaya fama. Me reí. A nadie, me he reservado para ti.
-No me lo creo. Vamos cuenta. No me voy a enfadar.
-¿Seguro?
-Me enfadaré si no lo haces.
-Bueno, solo he tenido un rollito, con una clienta. Fui a
hacerle unas fotos, a su casa, estaba sola y…bueno, ya sabes.
Eva se levantó, haciéndose la enfadada.
-¿Te has tirado a
una clienta?
-Bueno, creo que fue al revés.
-¿Estaba buena?
-Psschh. No tan buena como tú.
-¿Y follando? Vamos cuenta cómo lo hicisteis.
Noté que Eva se estaba excitando con el tema, así que no me
corté y empecé a contárselo todo con pelos y señales. Eva se estaba poniendo cachonda,
lo notaba porque sus pezones comenzaron a ponerse tiesos y su mano estrujaba mi
polla con fuerza…
-¿Te la chupó?
Cuando le dije que no se reicorporó sobre mí y comenzó a chupármela de nuevo.
-Sigue, no pares de hablar.
Yo seguí con mi relato mientras ella se centró en darme placer con su boca, su lengua que no dejaba de lamer mi glande. Mis palabras salían entrecortadas, no podía concentrarme como es debido.
Entonces comenzó a masturbarme.
Delicadamente pasó sus dedos por mi glande, haciendo círculos con el pulgar,
hurgando en la zona del frenillo. Esto me hacía saltar y gemir de placer. Un
hilillo de esperma salía por mi uretra. Eva lo esparció por todo el pene,
masajeándomelo sensualmente. Estaba a punto de correrme y descargar cuando de
repente se levantó y poniéndose delante de la cama me dijo:
-¿Así que me has sido
infiel? Te has tirado a una golfa y para encima me lo cuentas. ¿Y pretendes que
te la siga chupando?
-¿Sabes qué, acaba tú, hazte una paja si quieres?
-Pero, Eva… dije consternado.
-¡Que te hagas una paja, coño!
No sabía de qué iba todo aquello, así que empecé a masturbarme
mientras Eva me observaba. Entonces se metió de nuevo en la cama y arrodillándose ante mí empezó a tocarse también, metiendo sus dedos por la vagina
y acariciando su clítoris delicada, sensualmente. Ni que decir que verla hacer eso me
excitó mucho. Allí estábamos los dos, pajeándonos uno delante del otro.
Para entonces los dos estábamos superescitadísimos. Yo quería comérmela enterita, pero ella también a mí. Se revolvió de tal forma buscando mi polla que no pude dejar de emitir un sonido de dolor al metérsela en la boca...
Así, acabamos con un 69, comiéndonos nuestros sexos con verdadera furia. Al poco, nos corrimos, casi violentamente. No sé cuanto duró aquello, pero los orgasmos de ella parecían no tener fin.
Esta vez Eva no retiró su boca, se tragó todo mi esperma, estaba desconocida. Nunca la había visto así, tan excitada. Nos quedamos en esa postura, uno encima del otro, exhaustos, agotados de placer. Poco a poco fuimos recuperando el aliento. Se reincorporó y me dijo, más relajada:
Así, acabamos con un 69, comiéndonos nuestros sexos con verdadera furia. Al poco, nos corrimos, casi violentamente. No sé cuanto duró aquello, pero los orgasmos de ella parecían no tener fin.
Esta vez Eva no retiró su boca, se tragó todo mi esperma, estaba desconocida. Nunca la había visto así, tan excitada. Nos quedamos en esa postura, uno encima del otro, exhaustos, agotados de placer. Poco a poco fuimos recuperando el aliento. Se reincorporó y me dijo, más relajada:
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