domingo, 11 de noviembre de 2012

EL CULO DE LAURA (1ª parte)



Después de la ajetreada tarde que había tenido con Eva mi intención era no salir, estaba bastante agotado y con la cabeza dándome vueltas. No dejaba de pensar en las cosas que había hecho con ella a lo largo de las pocas semanas que habían tenido lugar nuestros encuentros. Me tenía por un experto en eso de probar cosas nuevas, pero en general las chicas con las que me había acostado no estaban muy dispuestas a hacerlo. Quizás con Silvia…pero no como con Eva.


Estar con ella me satisfacía mucho, pero por otra parte me daba cuenta de que me estaba sorbiendo el seso como ninguna otra. El caso es que desde entonces mis relaciones sexuales con otras mujeres habían disminuido de una manera alarmante, acostumbrado como estaba a ir de flor en flor. No sabía cómo iba a continuar mi relación con Eva, no quería que aquello se convirtiese en algo rutinario. Sin embargo ella hacía que cada sesión de sexo fuera distinta y excitante.

Dejé de comerme el coco  y  decidí salir de copas, aunque estaba bastante cansado y con la polla dolorida de tanto ajetreo.

Cuando llegué a uno de los disco-bares que frecuentaba vi que estaba muy animado, más que otras veces. Había mucho chaval y chavala joven, algún viaje de  instituto, seguro. Me acerqué a la barra y me puse al lado de dos chicas que estaban pidiendo.

 

Tenían un  buen culo. Me hizo gracia pues llevaban dos condones amarrados a los tangas. ¡Qué juventud, pensé! Noté que una de ellas me miraba fijamente y se dirigía a mí.

-Eyyy! David.

Miré hacia ella y vi que la que me hablaba no era otra que Laura, la hermana pequeña de Silvia.

-Hola Laura. ¿Pero...qué haces aquí, pensé que estábais en Madrid?

Sus padres tenían un piso de verano al lado de la playa, en donde conocí a Silvia. Hacía tres años de aquello. Por entonces Laura tendría unos quince o dieciseis años. Si no me equivoco ahora debía andar por lo dieciocho. Me contó que se había escapado el fin de semana con una amiga de estudios, que por cierto era francesa.Se llamaba Nadine.

-¿Así que ya te dejan andar solita por ahí?
-Eh, que ya soy mayorcita.

Su amiga Nadine nos miraba sonriendo. Era bonita, pero no como Laura que siempre me había parecido un bomboncito.


Cuando nos acompañaba a Silvia y a mí a la playa yo me fijaba en sus espléndidas nalgas, impropias de una chica de su edad. Siempre le gustó llevar tangas o pantaloncitos supercortos, de esos que marcan todo el coñito y realzan el culo. Además era muy coqueta y estaba continuamente jugando conmigo, provocándome. En cuanto Silvia se daba la vuelta la tenía encima de mí. Aunque me atraía mucho me incomodaba su desvergonzada naturalidad. Pienso que aún no era consciente de la carga erótica que tenía su forma de ser. Una auténtica lolita.


Sin embargo ella sabía que me atraían su tono meloso y sus ademanes inocentes. Pero nunca me atreví a hacer algo con ella. Tampoco es que ella fuera muy lanzada y fuese por ahí tirándose a todo lo que se le acercara, que bien podría. Simplemente le gustaba jugar con los hombres, con sus vestuarios provocativos y su insinuante forma de hablar y moverse, mezcla de inocencia y picardía.


-¿Qué vas a hacer esta noche? le pregunté, más que por compromiso que por otra cosa.
-Ya ves, intentar divertirme.
-No lo dices muy convencida.
-Mi amiga francesa es una sosa, no hay manera que pille la marcha a estas horas. Para encima bebe y se pone tonta.

No podía dejar de mirar el rostro de  Laura. Seguía teniendo esa expresión ingenua que tanto me había hecho de rabiar cuando aún era una chiquilla. Una vez le hice una sesión de fotos, es muy fotogénica, pero bastante cortada. Nunca conseguí que posara para mí en posturas y ropa sexy, decía que yo la cortaba.

Sin embargo cuando iba a buscar a Silvia a su casa no tenía ningún problema en pasearse delante de mí en bragas o tanga. Me encantaba verla corretear en camiseta, descalza o con  calcetines y por supuesto con sus sexys braguitas.

A veces, al pasar delante de su habitación la veía recostada o durmiendo en su cama. En un ocasión entré y la destapé con mucho cuidado para que no se despertara. Después poco a poco le fui bajando las bragas, hasta que pude contemplar en todo su esplendor aquel sexy y deseable culo. Ummm, quién lo pillara, pensaba para mí. Pero era fruta prohibida.Además de ser menor era la hermana de Silvia. Así que me conformaba con mirar, pero me salía del cuarto con un buen calentón.



Esa mezcla de niña-mujer hacía que no se cortara para nada. Por lo menos conmigo, pese a las riñas de sus padres o hermana. Por ejemplo tenía una costumbre que a mí me ponía: cuando entraba al baño nunca cerraba la puerta, así muchas veces la pillaba meando, con las braguitas bajadas. Ella me miraba y se reía, seguía como si nada.



Una tarde estaba sentado en el sofá, esperando a que Silvia acabase de ducharse para salir. Laura inició unos de sus “pases de modelo”. Yo la miraba sonriente, aunque algo confuso pues tengo que confesar que no podía dejar de mirar cómo movía aquel culo, suave y comestible. 


Se acercó a mí y no pude dejar de mirar cómo en sus ceñidas bragas se marcaba un joven e inaccesible coñito. Laura llevaba puestos unos auriculares y se sentó a mi lado, a leer una revista. En un momento dado puso, con esa naturalidad típica de ella, los pies sobre mis piernas y allí los dejó a la vez que se acomodaba y se ponía a leer.

Mi polla se puso tiesa. No sé si ella se dio cuenta o no, el caso es que poco a poco fue moviéndolos hasta que hicieron contacto con mi paquete.

Disimuladamente, también como si fuese algo natural, cogí sus pies y comencé a restregarlos lentamente sobre mi pene. Algo notó pues me miró a la cara con curiosidad, sin cortame seguí.


Seguía leyendo pero vi como sus mejillas se ponían coloradas y su respiración comenzaba a acelerarse. Sus sensuales labios entreabiertos hacían que me apeteciera  tirarme a besar su boca. Pero era una chiquilla de solo 15 años y no quería sobrepasarme. Dejé de restregar y esperé a ver qué hacía ella. 

Volvió a mirarme y algo vio de súplica en mi mirada pues buscando de nuevo mi paquete con su pie siguió con el sobeteo, esta vez puso toda la planta encima de mi polla y empezó a  presionar cada vez con más fuerza. Yo me dejé hacer. No sé cómo lo hizo pero logró bajarme la cremallera y meter el pie en la bragueta. Éso me dio alas. Así que saqué mi  polla. Cuando la vio Laura se paró, mirándola con curiosidad, para después reiniciar sus movimientos y seguir trajinándosela, esta vez con los dos pies, sin quitar la vista de ella. Me dio la impresión de que era la primera que veía y tocaba una.


Decidido a todo comencé a quitarle los calcetines. Me miró, interrogante.Pronto comprendió pues, claramente excitada, se acomodó en el sofá para poder seguir acariciándome la polla con su pie. Se notaba que estaba tanteando, no sabía muy bien qué hacer. Hasta que me hizo saltar de placer cuando comenzó a acariciar mi glande con el pulgar. Laura me miró con una mezcla de curiosidad, placer y timidez. Aguanté hasta que en una de esas exploraciones mi pene se metió entre sus dedos. La ayudé a seguir cogiéndole el pie y enseñándole los movimientos que debía de hacer, dejando que ella continuara solita hasta que no pude más y me corrí.


Laura me miró con cierta sorpresa al ver todo aquello que salía de mi pene y caía encima de su inmaculado pie. Creo que no entendió del todo lo que había pasado. Me sonrió, algo azorada. En aquel momento sentimos a Silvia salir de la ducha. Laura dio un brinco y se levantó limpiándose el pie con su calcetín. Como pude metí mi polla dentro. Antes de marcharse me dio un beso en los labios y me dijo:

-¿Ya somos novios, no? Y se fue.

Otra vez, en la playa. Silvia se quedó tomando el sol mientras yo me fuí a bañar con Laura. Como siempre empezó a provocarme y me obligó a jugar a todas esas tonterías que los adolescentes hacen en el agua: el pino, aguadillas... Yo aprovechaba para tocarle el culo, disimuladamente.

 
En uno de esos juegos en el que estábamos el uno enfrente de otro Laura metió su mano por debajo del agua y bajándome el bañador agarró mi polla, que por cierto estaba bastante animada después de los jueguecitos previos. Empezó a sobármela mientras me miraba con su pica sonrisa picarona. Dejé que continuara con el jueguecito un rato ya que estábamos solos y nadie nos veía.Pero cometí un error: respondí metiéndole mano al coño. Laura pegó un brinco asustada y me soltó, enfadada. 

-Eres un guarro. Y se fue dejándome con cara de tonto y la polla pidiendo guerra.



Después de aquel episodio no volvió a ocurrir nada más entre Laura y yo. Cuando nos veíamos ella seguía tonteando conmigo, como si no hubiera pasado nada. Eso sí yo seguí espiándola en su intimidad. 

Por eso aquella noche me sorprendió que aceptara mi invitación a tomar algo. Nos sentamos junto con su amiga en una mesa y hablamos sobre tonterías, sobre su hermana, sus estudios…No paraban de beber.

-¿No tienes novio? Nunca te veo con chicos.
-Ya sabes que no me van lo chicos, me van lo hombres…
-Mira que bien, aquí tienes uno a tu lado.
-Pero tú no me vales.
-¿Por? 


-Eres el novio de mi hermana.
-Yo no soy el novio de tu hermana.
-Llámalo como quieres. Te la tiras, ¡no?
-¡Qué te importa! Además, tú que sabrás.
-Entre Silvia y yo no hay secretos, tonto. Lo sé todo. Lo que hacéis, cómo folláis, cómo la tienes…aunque de esto último algo sé por experiencia propia, creo recordar que estaba muy bien...a ver.
 
Laura metió su mano por debajo de la mesa y me tanteó el paquete.

-Ummm, susurró.
-Estate quieta Laura, joder. Le quité la mano.Estás un poco bebida.

-Ummmm. ¿Qué pasa, ya no te gusta? Dime una cosa David ¿A que siempre te he puesto más que mi hermanita? 
-Eres muy joven para mí.
-Entonces por qué te empalmabas siempre que me veías en bragas o me acercaba a ti. ¿Crees que no lo notaba? ¿Y que también me espiabas cuando estaba sola en mi habitación o en el baño? ¿Crees que no me enteré el día que entraste y me bajaste las bragas? Estoy segura que más de una paja te harías pensando en mí, depravado. ¿Y aquel día en el sofá? Te fuiste con toda el pastel en los calzoncillos.

La miré azorado, no esperaba que sacase todas esas historias ahora, y menos delante de su amiga.

-Anda calla, no te quieras hacer la mayor.
-Vale, vale, machote. Lo que no te perdono es que aquel día que me bajaste las braguitas no te hubieras lanzado, estaba tan caliente que me hice una paja nada más marcharte.
-Eras una niña, no podía...
-Otra vez con lo de niña. Está visto que contigo... Por cierto, hace mucho que no me haces fotos.
-Pues cuando tú quieras. Quedamos y...
-¿Por qué no esta noche? No tenemos nada mejor que hacer. Podemos ir al piso y ... 


Laura me hablaba de esa forma melosa y coqueta que tanto me gustaba de ella.Me hacía el remolón, pero la idea me atraía. A causa del alcohol Laura tenía su puntito.Y esa boquita de piñón...

-¿Ahora? ¿Y tu amiga?
-También quiere que se las hagas. Venga, por fa…además te aviso que hoy estoy muy caliente. Igual te dejo que me hagas algunas  fotos en braguitas. ¿No es lo que siempre has querido?


 
-Vale pero tengo que pasar a por la cámara.
-Ok. No perdamos más tiempo.

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