Cuando me acosté en mi cama ya por la noche mi cabeza no dejaba de pensar
en lo que había hecho aquella tarde con David. La verdad es que quise
sorprenderle con lo de las esposas, pero creo que no me salió del todo bien.
Sin embargo cuando él me ató las manos y me puso a cuatro
patas, el saber que me estaba mirando y que sin duda estaría todo empalmado con lo que veía me
excitó sobremanera.
Comencé a mover mis caderas para provocarlo pues en aquellos momentos estaba
deseando con todo mi ser que me la metiera por el culo, como la otra vez. Por
eso cuando noté su lengua lamiendo mi ojete me quedé sin respiración, mezcla de sorpresa y preocupación, por eso de la higiene, pero al final me dio igual,me encantaba lo que me estaba haciendo y ya solo
deseaba notar algo duro entrando en mí.
Por eso cuando después de
restregar su polla en mi culo y en mi coño hizo ademán de irse y dejarme con toda mi
calentura encima, sin duda para hacerme sufrir, me cabreé.
En ese momento yo sólo pensaba en mi placer, en que necesitaba que me
la metiera, por donde fuera. Por eso al darme la vuelta y destapar mis ojos, al
verle delante, con aquella enorme polla empalmada, palpitante… mi coño empezó a chorrear.
Pero fue en ese
momento cuando acudió a mi mente la Eva de antes. Me preguntaba qué estaba
haciendo allí, delante de aquel tío, aún un desconocido para mí, deseando,
suplicando, que me follase por todos los agujeros de mi cuerpo.
Lo veía delante de mí, con su sonrisa que tanto me cautivaba, haciéndome sufrir de deseo. Pero al ver que estaba dispuesto a seguir jugando
conmigo tomé una decisión. Sin más, empecé a masturbarme. Mirándole fijamente le dije:
-Es igual puedo pasármelo bien sin ti.
Mi clítoris y mis labios estaban tan excitados que el mínimo roce me hacía gemir. Pero no era lo mismo.Mis dedos no podían suplir el deseo de sentir aquel pene dentro de mí. Sin embargo al ver cómo me miraba, mi excitación volvió a ponerse a cien.
Hasta que David no pudo aguantar más y comenzó a pajearse también. Al principio me mosqueó un poco pues lo que yo estaba deseando de verdad es que se tirase sobre mí y me la metiera.
Pero al verle disfutar tanto, el ver cómo se la meneaba
mirando cómo yo me lo hacía me empezó a gustar. Miraba mi coño y miraba a mis ojos buscando
complicidad. La situación era muy morbosa. Era el primer hombre que
veía cómo me lo hacía. Mi marido y yo nos habíamos masturbado mutuamente algún
vez, pero siempre con la luz apagada.Esto era diferente.
No sabía quién iba a correrse antes. Me sacó de la duda el
que se acercara mí y colocase su polla encima de mis pechos. Por sus gemidos intuí que pronto
se correría. Estaba deseando que lo hiciera, quería sentir ese líquido
caliente sobre mis pechos, sobre mis inhiestos pezones que estaban pidiendo que alguien se los
comiese.
Cuando lo hizo se fue rápidamente al baño, dejándome allí con mis orgasmos. Solo sé que tuve algunos más hasta que exhausta
dejé de tocarme.Ufff.
Así que esa noche, sola en mi cama, volví a pensar en ello. No pude
reprimirme y comencé a tocarme de nuevo. A mi mente volvía la imagen de David masturbándose, con aquella polla que me traía loca, descargando todo su semen sobre mí.
Cuando ya estaba a punto de correrme mi marido
entró en la habitación. No sabría decir lo que su rostro expresaba…
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